Cuba: ¡son los bichos, que nos agobian!…

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Como si no fuera suficiente con el clima puñetero, con la falta de Internet y con los precios del tomate, ahora los bichos también la han cogido con hacernos la vida un talco.

De ello da cuenta nuestra prensa, la oficial, la que siempre refleja los más profundos problemas que agobian al cubano de a pie. Nuestra prensa, por ejemplo, denuncia a cuanto animal inferior se oponga al avance del socialismo próspero y sustentable.

Esta vez son las abejas ilegalmente instaladas en el techo de un segundo piso quienes ocupan a la prensa nacional. Y no es para menos, porque qué son las abejas si no temibles elefantes con alas que vomitan miel, apuñalan y no dejan vivir en paz a la gente…

En este caso la gente son siete familias integradas, del habanero reparto Nuevo Vedado.

Entonces los afectados van y acusan a los bichos en la oficina del Director; es decir, que escriben desesperados a Cartas a la Dirección, del diario Granma.

Seguramente se animaron a hacer pública su querella tras constatar la premura con que se disolvió una querella similar, meses atrás, pero entre monos y campesinos productores de guayaba, gracias a la sagacidad periodística de Granma, todo un veterano ya en la resolución exitosa de conflictos entre animales y cubanos.

Según la nota, las abejas diabólicas son atraídas por luces de lámparas y televisores, y pican furiosamente a quienes quieren espantarlas. Razones suficientes para que los vecinos comenzaran la batalla “hace año y medio”.

Lo primero fue comunicárselo a la delegada de la Circunscripción No. 75”, quien “hizo todo lo que pudo”. Imaginemos que “todo lo que pudo” fue treparse en una escalera con un matamoscas plástico, para después maldecir— entre gritos de “¡bájame de aquí, Cristóbal…!”— la cabrona hora en que sus electores la eligieron delegada.

Y luego vinieron gestiones y más gestiones en la lucha contra el himenóptero invasor:

En la Empresa de Control de Plagas hablaron con “la compañera Mileidis”, quien refirió estar ante un caso típico de solución interinstitucional, o sea, que además de Control de Plagas tendrían que involucrar al Cuerpo de Bomberos.

En el Cuerpo de Bomberos hablaron con “el coronel Isidro”, quien les dijo que no, que en realidad estaban frente a un caso típico de peloteo, y que se fueran a exigirle cuentas a la compañera Mileidis de Control de Plagas…

Pero en Control de Plagas ya no estaba Mileidis, sino “el compañero Arquímides”, quien reiteró lo dicho por Mileidis, y los empanfletó de nuevo para la casa de los bomberos.

Entre líneas, el resumen de justificaciones es más o menos así: Bomberos tiene hombres valientes pero no tiene recursos espanta-abejas, y Control de Plagas tiene recursos, pero a sus empleados se les ablandan las rodillas en las alturas.

Al percatarse del peloteo (¡tarde pero seguro…!) los afectados se dirigen a denunciarlo todo en la Asamblea Municipal del Poder Popular, donde los pelotean nuevamente…

Entonces deciden que está bueno ya de tanto descaro, y van y elevan la queja hasta la muy respetable Asamblea Provincial del Poder Popular, donde— ¡qué sorpresa…!—, los mandan a ver “al compañero Emilio”, en la “Vicedirección de Distribución…” ¿?.

Emilio dice que él resuelve eso antes de terminar la semana, que lo jura por su carné de cuadro.

Como supondrán, pasaron una-dos-tres-cuatro-cinco-seis-siete semanas, y nada: llaman y llaman por teléfono y el compañero Emilio siempre está ausente por enfermedad. Y es cierto que algunas terapias duran varias semanas consecutivas, como la del ozono rectal.

En fin, que aunque a estas alturas las abejas siguen campeando en Nuevo Vedado, los vecinos afectados tienen aún mucho camino por delante: les queda escribir a Eusebio Leal, a Raúl Castro, a Walter Martínez y a Don Francisco…

O igual podrían resolver— quién sabe—, encapuchándose con sábanas a lo Ku-Kux-Klan, y cayéndole a cabillazos a los panales del segundo piso, como los machos, normal. Inspiración y coraje gratis en la película 300. Antes podrían secuestrar, disfrazar de girasoles y usar como carnadas a los compañeros Mileidis, Arquímides, Isidro y Emilio, pero esto último ya rayaría en la ilegalidad.

Los aborígenes cubanos, como no sabían dibujar en las cuevas ni, en general, desarrollarse, se dedicaron a matar y a comerse con alevosía iguanas,  manjuaríes, almiquíes y otros inocentes, de modo que ahí puede estar el origen de por qué nuestros bichos nos odian con tanto ahínco.

Los mosquitos, por ejemplo, fueron los primeros en rebelarse: hacían que los españoles cambiaran constantemente de lugar sus pueblecitos, alejándolos cada vez más de los focos de mosquitos, y a la vez, de los focos de estabilidad…

Así, la ciudad de Camagüey fue fundada una pila de años antes que la ciudad de Nueva York, pero a esta última los holandeses no debieron moverla por culpa de los mosquitos, como sí hubo que hacerle a Camagüey…

O sea, que las diferencias que hoy encontramos entre ambas ciudades, pueden estar más relacionadas con la actitud agresiva de nuestros bichos que con otra cosa.

Y no, nadie me pagó para inventar ese cuento. Es decir, la plaza de Creador de Justificaciones sí existe,…pero el gobierno la tiene congelada hasta que se acabe de acabar el bloqueo.