Cuba: algunos cambios deseables pero ¿esperables? *

Cuando empezaron los cambios— que parece que fue ayer por el largo inmovilismo, pero ya se acerca la primera década de “actualización”— y el gobierno decidió que todo se haría siguiendo unos Lineamientos, los jodedores de siempre no tardaron en descomponer y chotear la palabra para darle un sentido menos solemne a la cosa:

– ¿Sabes qué significa “Lineamiento”?

– ¿Qué?

– Pues que primero te meto una línea, y luego te miento…

El chiste estará un tilín pesado, pero trasluce el recelo que muchos tuvieron desde el principio.

La interpretación más directa, sin embargo, es posible hallarla en este otro que trata sobre un supuesto “saco de lineamientos”:

– ¡Alto ahí, ciudadano!, ¿que usted trae en ese saco tan sospechoso?

– Normal, agente, aquí traigo Lineamientos…

– ¿Cómo que Lineamientos?; ¿qué falta de respeto es esa? A ver, abre ahí ahora mismo… ¡Pero aquí lo que hay son cangrejos, mercancía ilegal!

– No agente, de verdad, le juro que son Lineamientos; mire: …una muela, otra muela más grande todavía, poca carne, ¡y déjalos sueltos pa’ que veas como van pa’ trá y pa’ trá…!

Con esto intento ilustrar que en lo más genuino de nuestras “bases proletarias” nunca coló del todo, ni creo que cuele ahora, la cafetera que nos anima todos los días en Granma a confiar como enamorados en un programa de desarrollo común que, por no ser, no es siquiera suficientemente público.

Voy a confesar que alguna vez sí me dejaron boquiabierto: nunca pensé, por ejemplo, que se relajaría la política migratoria así de pronto; y aunque luego se dieran pasos de Lineamientos, …o sea, de cangrejo, con la reinstauración del requisito de permiso de salida para los profesionales de la salud, sin dudas se trató de una apertura auténtica, como mismo fue la oportunidad masiva al trabajo por cuenta propia.

Ambos constituyen cambios profundos con impacto significativo en la vida socioeconómica del país. Cambios, además, que suenan irreversibles porque cuesta imaginar un repliegue forzado a estas alturas en que al menos medio millón de cubanos se ha adaptado a vivir en libertad laboral.

En el colmo de la autoconmiseración hay quien ha dicho “si se arrepienten y deciden dar marcha atrás no habrá revolución social ni un carajo…”, pero no comparto esta hipótesis. El camino de seguir “actualizando” cosas, aun a velocidad de góndola de Venecia, o a niveles subjetivos como es bajarle el precio al orégano en polvo… ¿?, me parece la suposición correcta.

Lo preocupante entonces es que en la línea del cambio no aparezcan esbozados muchos de los problemas que más machacan a la gente.

El transporte es uno de ellos. Han pasado casi 10 años desde que los medios oficiales anunciaran la recuperación del ferrocarril, con la importación de equipos de China, y la reparación de las vías principales. Por ahí están las noticias entusiastas que llenaron planas durante todo el 2007.

Con ello contrasta ahora, no solo la ausencia de la cacareada recuperación, sino también de un programa concreto que se proponga hacer del transporte ferroviario cubano algo más que una fuente de diarreas, cosas pegajosas, cucarachas alemanas y cuentos de horror y desesperación.

Si alguien quisiera una estampa de la Cuba que no se ve desde el malecón, sin pensarlo dos veces deberíamos mandarlo en el tren regular hasta Santiago de Cuba.

Yo hubiese querido también (y díganme hambriento, que no me duele) un lineamiento específico que prometiera la normalización del comercio de carne de res en Cuba. Aunque fuera demagogia, a uno le hubiese gustado leer que en x cantidad de años ya los campesinos podrían disponer de sus animales en calidad de dueños verdaderos, y que quedaría atrás esa peculiaridad restrictiva, ridícula, seminorcoreana y única en toda la Vía Láctea.

Además, si hay párrafos enteros que hablan de campos de golf, una cosa que en Cuba solo le importa al 0,0001 % de la población, por qué no incluir uno sobre la carne de vaca, lo cual sí interesa a todo el mundo, menos al 0,0001 % anterior que come vegetales importados de las praderas de Escocia.

La última vez que miré en una tienda, de reojo — porque si miro directo pierdo e equilibrio…— un kilogramo de carne de res de primera calidad costaba 14 CUC, y las de segunda y tercera no bajaban de los 7.  Eso significa que aun rebajándole el 50% a esos precios, cosa que seguramente no pasará este siglo, seguirán estando muy por encima de la capacidad de compra del cubano común, igual que lo está el Internet de 2 CUC por hora tras la rebaja del 50% con respecto a la tarifa anterior.

Otro asunto que brilla por su ausencia es el referente a la emigración juvenil y de profesionales: sería lindo que hubiese al menos un plan orientado por lo claro a evitar que se vayan los millones que se quieren ir y que regresen lo que ya se fueron.

Me quedan aproximadamente 5400 cambios deseables, incluyendo un amparo legal a las libertades de expresión y asociación, que nos coloque al fin en la zona de los países civilizados, pero con eso ya los atormentaré otro día.

*Exclusivo para Cubanos por el Mundo