¡Coquito, cojone…!
Un vendedor de cocodrilos me acaba de recordar el cuento de “Coquito, cojone”.
Los cocodrilos que vende el señor no son animales de verdad, sino pedazos de pan dulce con forma de caimancito asimétrico, de unos 25 cm de largo y con algunos gramos de conserva de guayaba adentro.
Hoy venía en su bicicleta como de costumbre, pregonando lo que vende, y se detuvo unos segundos justo frente a mi casa.
Pude verlo mientras se limpiaba el sudor de la frente con la parte de atrás del antebrazo, y mientras tragaba en seco— por el sube y baja de la bola de cartílagos en la garganta flaca—, y también mientras “freía huevo” en soledad para luego reanudar su alegre pregón; un pregón de boca de payaso de Benedetti.
Y no pude evitar recordar al otro:
Durante el Período Especial, en la esquina de la cuadra, un socio jugaba a la pelota con el equipo de los desnutridos del barrio en lo que llamábamos “la liga del picadillo ‘e soya”.
Según me contó después, vieron pasar tres veces por la misma esquina al mismo sujeto, en distintas direcciones, con la misma palangana llena de dulces de coco, y pregonando, lógicamente, coquito a peso.
Entonces, a la cuarta vez, con la mercancía intacta, su pregón tomó de pronto un tono agresivo: “¡Coquitoooo, cojoneeee…!”, gritó mientras estrellaba contra el suelo la palangana llena de dulces.
Y todo el mundo se ríe, menos el hombre que recoge la palangana y camina.
El cuento no me hizo mucha gracia la primera vez que lo escuché, y ahora tampoco me la hace.
Pero hay que cuidarse la sonrisa, como me pide una amiga, así que voy a imaginar que “Cocodrilo” es rico en afectos familiares, y que “Coquito, cojone”, vendiendo otra cosa…., logró convertirse en dueño de un próspero restaurant.
Ahora falta que no le dé por pasar también al que vende cáscaras de toronjas ensartadas en un cordel…, porque todo tiene su límite.
Kike 3:43 pm el 02/11/2015 Enlace permanente |
En Vertientes, Rolando el Gallego Valdés uno de los grandes peloteros que parió Camagüey, se puso a vender también y su pregón era «Keke que se acaba coñooooooo», Este post me hizo recordarlo a él y a otros que tratan de conseguir unos pesos en la #Cuba de hoy.
alejo3399 3:45 pm el 02/11/2015 Enlace permanente |
pero detrás del pregón jodedor se esconde a veces, muchas veces, tremendo cable. abzo, alejo.
Jose Collantes 4:02 pm el 02/11/2015 Enlace permanente |
¡Coquito cojone…! hasta la saciedad, ni lo vendía ni se lo compraban, «la liga del picadillo e’ soya» eran aficionados, no tenían ni el «peso» para comprar, capaz de que si se los compraran ¡Coquito, cojone…» les dijera que los vendía en CUC. Refrescante la venta, original la prosa.
rlto 5:19 pm el 02/11/2015 Enlace permanente |
Yo tengo un historia muy parecida, pero el vendedor de la mía pregonaba «pastel de guayaba, pinga»
Pedro 3:17 am el 24/02/2016 Enlace permanente |
En mi barrio había un popular vendedor de maní que su pregón era: «no hay amor como el de madre ni maní como el de Reinado» era un viejo muy alegre, pero un buen día se tiro del techo de un edificio de 12 plantas.