¿Un millón de multas por el Primero de Mayo?

El Departamento Integral de Supervisión (DIS) anda por ahí haciendo lema de una antigua canción de Carlos Puebla: “al que asome la cabeza, duro con él…”. Es como si se hubiera propuesto entregar un millón de multas en saludo al Primero de Mayo, fecha en que los cubanos van a la Plaza y marchan para apoyar y condenar lo que sea que esté de moda en el discurso apoyocondenatorio.

Muchas de las multas que impone el DIS se aplican en virtud de los decretos de “Planificación Física”.

La Planificación Física no tiene nada que ver con el emparejamiento forzoso de lindos con lindas o la esterilización de feos, cojos y locas para mejorar la raza. Por suerte no nos ha dado por eso: aquí limitamos la eugenesia a mantener a raya la ideología defectuosa mediante la satanización del disidente y la disidentización del no entusiasta.

Se trata, en cambio, de la institución estatal encargada de velar por el cumplimiento de las regulaciones urbanísticas. O sea, es la institución que se encarga de hacerle la vida un talco a todo el que deba poner algo fuera de la puerta de su casa, sea una escalera, un toldo contra el sol, o un cartelito publicitario.

En la cacería de infractores que emprende luego el DIS (cuerpo de inspectores del gobierno), los trabajadores del sector cuentapropista llevan las de perder pues son los más propensos tanto a carecer de autorizaciones como a ofrecer sobornos.

En Cuba los pequeños negocios privados no tienen facilidades para anunciarse; tienen obstáculos. La legislación correspondiente parece haber sido diseñada para ocultar de la vista pública, lo más posible, la explosión del nuevo actor en la economía nacional.

En la capital del país la gente se atreve un poco más a imprimir volantes y pegarlos en paredes y postes del alumbrado público, pero en las ciudades del interior acaso gana el miedo a que se confunda la publicidad comercial con octavillas contrarrevolucionarias.

Tampoco hay murales que ofrezcan la renta de espacios para el anuncio: todos están ocupados recordándole al pueblo que el ahorro es la principal fuente de ingresos, y que el bloqueo genocida no permite la importación de murales para expresarse contra el bloqueo genocida.

El proceso para ubicar un cartel en la puerta de un negocio privado es excesivamente engorroso: hay que llevar sellos, propiedad de la vivienda, croquis de la cosa en cuestión, cartas de solicitud, aprobación del propietario de la vivienda, visto bueno de la Oficina del Historiador y cuanta otra mierda le parezca útil al burocratismo de turno. Luego debes renovar tu permiso año tras año, y hacer la cola en la oficina municipal de Planificación Física, alguno de los dos días a la semana que se dedican a ello.

Entonces, suponiendo que estén los funcionarios, que no coincida el día con el de la fumigación, que hayas llegado suficientemente temprano y que tu documentación esté en regla, podrás poner tu único cartel adosado a la fachada principal. Se prohíben carteles perpendiculares y cualquier clase de creatividad.

Uno sale de allí pensando que más fácil se adopta un niño.

En la sección de Páginas Amarillas de la Guía Telefónica de ETECSA tienes la opción de anunciarte, pero esta opción es de ETECSA, y tiene, por tanto, precios “de ETECSA”. Los ajenos al contexto deben ser que ETECSA, única operadora de telecomunicaciones de Cuba, cobra el equivalente a 2,25 USD la hora de conexión a Internet (en rebaja del 50 %), y vende las líneas de teléfono móvil al equivalente a 40 USD.

Asimismo la Agencia de Información Nacional (AIN) recientemente estrenó un servicio de anuncios para emprendedores, lo cual sería grandioso si no fuera porque la agencia tiene poco impacto en la vida pública del país.

En tal escenario de negación física lo digital gana terreno, y ahora mismo en esta Cuba desconectada hay restaurantes sin carteles, pero con página web y spots en el Paquete Semanal.