Sobrecumple hotel Santa María plan de ventas de refresco en lobby

Camagüey, Cuba.- A poco tiempo de inaugurado el lujoso hotel Santa María ya sobrecumple su plan de ventas de refresco en el bar del lobby.

Aunque la noche en la instalación cuesta más de 100 CUC, los ingresos obtenidos por la venta de líquidos a cubanos se han disparado en las últimas semanas y podrían llegar a competir incluso con las ganancias por concepto de hospedaje.

El lugar cuenta con en el primer servicio público de WiFi que ofrece ETECSA en esta ciudad, de modo que si previamente has contratado una cuenta de Internet de 4,50 CUC/hora con el único proveedor de telecomunicaciones del país, puedes navegar allí usando las
comodidades de tu propia infraestructura informática.

Pero antes de hacerlo, naturalmente, debes consumir algo en el bar del lobby, lo cual no fuera tan trágico si la administración del sitio no aprovechara para duplicarle el precio a los productos que oferta, aunque supongo que si pregunto me dirán algo del “alto standing”.

El refresco enlatado de 50 centavos cuesta 1 CUC en Santa María.

El café también cuesta 1 CUC, y nunca hay chupa-chupas de 25 centavos… Si los hubiera aquello sería todo un espectáculo real-maravilloso, y los turistas visitarían en tongas el hotel solo por ver el famoso “lobby del chupi-chupi”, donde los jóvenes cubanos acceden a las nuevas tecnologías con un caramelo en la boca.

El lobby del Santa María ganó popularidad desde que ETECSA lanzó una promoción de rebaja del 50% en sus tarifas de navegación, y el servicio dejó de ser territorio libre de colas.
En las dependencia de la compañía siempre es posible encontrar al menos dos colas paralelas: una para pagar el teléfono fijo y comprar cupones de recarga, y otra para contratar, instalar, o protestar por los servicios Nauta de correo y navegación.
Pesadilla con ETECSA

Jorgito—que fracasa en el intento de cazar el WiFi desde los alrededores del hotel—, se ríe y me cuenta una pesadilla en la que se visualiza él, a las tres de la madrugada, frente a una oficina de ETECSA gritando como un loco: “¡el últimooo!, el ¡últimooo!, en un paisaje nocturno desolado.

Entonces le digo que yo una vez decidí vivir sin colas. Y lo he cumplido, pero con sistemáticas recaídas, casi todas por culpa de ETECSA, y un poco menos del Banco Popular de Ahorro donde se pagan los impuestos.

No me atrevería a recomendarle a nadie esa mala vida (se pierde uno cosas valiosas como la papa y el huevo), pero vivir sin colas para mí es una conquista irrenunciable, garante de estabilidad emocional, como lo es para otros la conquista definitiva del papel sanitario y/o la ducha de agua caliente.

A veces escucho a algunos intelectuales quejarse del quinquenio gris, casi en el mismo tono en que los Combatientes de la Revolución se disputan a quién de ellos reprimieron más durante la dictadura de Batista. Luego imagino a mi generación dentro de 30 años.

Mis contemporáneos no requerirán disculpas públicas porque les obligaran a cortarse el moño, o porque les sacaran de la boca las gomas de mascar y en su lugar les pusieran “chiclets soviéticos”, que eran muelles de lapicero contra el diversionismo ideológico.

Pero el monopólico control del Estado sobre las telecomunicaciones nos impide ser parte dinámica de la modernidad global, y eso es algo serio, no menos irritante que lo anterior.

Y mejor cierro aquí la información pues se me está acabando el refresco y corro el riesgo de que vengan a proponerme otro…