La prensa, los cambios, y algunas “bolas” de enero en Cuba

Enero es un mes pesado que siempre termina cayéndome mal. Igual empieza cayéndome mal, porque la propaganda en la TV es inaguantable, pero le doy el beneficio de la duda, y pasa el tiempo y no mejora…

Entre “la fe inquebrantable en las luchas y victorias” y el avance del país a lo “caballería española” (que nunca retrocede… sino que da media vuelta y sigue avanzando) la televisión cubana tiende a encojonar a quien la consume con cierto espíritu crítico.

Si a uno le da por ponerse detallista, hasta a la música (cuando viene con propaganda) le encuentra el punto desabrido. Por ejemplo, dice Alexander Abreu (un músico con nombre de pelotero y pinta de chef de hotel de lujo) que “para saber lo que es sentirse cubano tienes que leerte la prosa de Guillén…” que es el Poeta Nacional…

Incluso me he sorprendido pensando que no es ya que la TV no cumpla, o cumpla mal sus funciones de entretenimiento e información, sino que se trata de un complot desinformativo, basado en la cultura profesional de no hacer nada, y tramado maquiavélicamente por un puñado de torpes para ocultarle a la gente los rumbos que va tomando el país.

En los medios continúan ventajeando risueños presentadores, moderadores, animadores y periodistas que siempre están de acuerdo, estando de acuerdo con todo, animando lo inanimado, y presentando los felices amaneceres de los ciudadanos, a los cuales basta mirarles el rostro en una cola cualquiera para notarles un cansancio desbordado del momento.

El discurso triunfal de la prensa (que triunfa igual en la radio, la televisión o los periódicos) no ha sufrido cambios notables en una época que se dice de cambios.

Puede que esto se deba a que los dirigentes que la rigen (…aquí la prensa no es cosa de funcionarios o empresarios, sino de dirigentes), creen que el socialismo soviético se cayó por culpa de la prensa y de los periodistas, cuando la culpa fue de que aquello no funcionaba por sus bases de violencia, ineficiencia económica y ausencia de libertades individuales.

Luego el derecho de los cubanos a la información pública, y a un consumo mediático contemporáneo, sin muelas, sigue siendo el elefante en la habitación de los cambios: nadie se atreve a sacar al bicho… y pocos a hablar de él más allá de lo inevitable.

Lo inevitable— para las autoridades que hablan del asunto—, es señalar de vez en cuando que la prensa cubana anda mal, pero que con el esfuerzo de todos andará mejor…, poniendo tono autocrítico. También pudieran decir que el cielo es azul y que la diarrea apesta, pero explicar demasiado, o que la gente les crea, no parece estar entre sus planes inmediatos.

Gracias a la falta de prensa en Cuba florecen las bolas o rumores. En este mes, por ejemplo se ha desatado una ola, presumiblemente incitada por el exceso de optimismo que llegó junto al 2015, tras la buena noticia de que los gobiernos de Cuba y Estados Unidos se vuelven a dirigir la palabra.

La gente comenta que como los turistas americanos van a empezar a llegar de millón en millón, en barcos del tamaño de Groenlandia, y van a pagar inmensas cantidades de dólares por nuestros exclusivos servicios y productos, los cubanos tendremos más dinero. …Y luego que se encarecerán aquí las cosas, y que nos degollaremos los unos a los otros por acaparar esos dólares.

De allí surgen teorías populares como que ETECSA subirá el precio de las líneas de telefonía móvil a 80 CUC, o que el gobierno subirá el precio del pasaporte a 300 CUC. Tanto ETECSA como el gobierno, con sus abusos comerciales, se han ganado que la gente se les engrife como un gato arrinconado.

Otras dos bolas son que van a “quitar la Ley de Ajuste Cubano” y que van a «abrir de nuevo lo de la nacionalidad española para los nietos”…, lo cual se basa en las obsesiones migratorias de la gente, que a estas alturas ya tendrán hasta fundamento genético.