Bautizo

El próximo día 31 bautizaremos a Mauro en la iglesia de La Soledad, acá en Camagüey. Pero caballero, el papeleo me persigue… Ya hasta estoy por creer que la mística hindú no es un cuento chino y que la reencarnación y el karma me están pasando la cuenta: debí existir, en otro siglo, bajo la piel del más alevoso expedidor de planillas.

Lo digo porque he debido solicitar, en otra iglesia, las constancias de bautizos de la madrina y el padrino. Trámite rápido y sencillo, pero trámite al fin. Me pregunto si no podrían incluirlo entre los servicios de las Oficinas de Trámites integrales estatales,… esas donde lo mismo se pide un certificado de defunción que una licencia de nombre eufemístico para discotequita privada, y que además te venden los sellos. Creo que acá en Camagüey no hay ninguna todavía.

Pero bueno, todo sea por el bautizo.

El padrino, mi amigo José Raúl Gallego, y la madrina, mi amiga María Antonieta Colunga, quedarán encargados ante las leyes de Dios de ayudar a crecer a Mauro como hombre bueno toda vez que un camión tenga la ocurrencia de aplastarme en el camino. Obviamente yo les prometí mirar siempre bien a ambos lados, pero el futuro es imprevisible y la casualidad es parte del mismo.

Yo no estoy bautizado ni practico religión alguna, pero es imposible vivir ajeno a la influencia de las distintas religiones en la sociedad cubana actual: hay de todo, la religiosidad crece. Sinceramente envidio de forma sana la confianza que en los seres supremos tiene mucha gente. Y miren que sí han pasado por mi casa los Testigos de Jehová, pero nada, nací sin esa capacidad para la fe en cualquier cosa que no sean las personas. Mis amigos religiosos lo saben, pero eso no ha impedido que nos respetemos mutuamente, y que tengamos relaciones funcionales incluso cuando el tema de debate es la propia religión. Amén y canto gregoriano.