SOS TV para jóvenes

Menos mal que naciste en Occidente, adolescente,

Alejandro García (Virulo).

Cuando en 2009 vi la teleserie juvenil Mucho ruido no me pareció trascendental; sin embargo ahora, retransmitida por el canal Cubavisión, la serie me se sabe a gloria. ¿Cómo puede cambiar así de pronto la percepción? Bueno, sucede que este año el canal estelar de la Televisión Cubana estrenó SOS Academia, otra teleserie concebida para jóvenes, y luego reconfigurada sabrán Dios y el Presidente del ICAIC porqué, y puesta en horario nocturno, para adultos y niños que no se duermen con la calabacita.

En cualquier caso y para cualquier público, SOS Academia me parece una mala serie. Trata sobre la preparación y el desafío de talentos entre dos compañías artísticas que luchan el puesto para irse en representación nacional a un festival o algo así en Argentina: un argumento que no hay que ser gente del Arte para imaginar tan pujado como las malas novelas de Ciencia Ficción.

Sus componentes formales igual carecen de originalidad: unos movimientos de cámara que solo se diferencian de los de El Internado (teleserie española), en que no existe en su trama nada lógico que los justifique excepto demostrar acaso que los realizadores consiguieron un buen aparato para sostener la cámara en las alturas y se divirtieron de lo lindo con el dedo en la palanquita. Asimismo ralentizaron las imágenes de las coreografías de baile, sin recato alguno para esconder las notables deficiencias en la misma: pareciera aquello más un relajo de discoteca que otra cosa.

Los personajes de SOS Academia son dignos de reseñar. Veamos la nómina: desde un funcionario de Cultura semi-afeminado (Pérez Piña) hasta el grupo de profesores extravagantes, todos afirman el estereotipo del artista cultureta. La maestra de canto es adicta al sexo, otra es cleptómana, y la de baile casi no baila (con perdón de la actriz que es muy buena en otras escenas); un inflexible Director con el pelo anaranjado y un profesor de cine prodigio de la coprolalia y de la proyección ridícula terminan la lista.

Los alumnos no son menos raros: una es huérfana hasta de tutora, roquera de pelo rojo, otro lleva cabellos parados y es fanático a documentarlo todo con una videocámara (como en American Beauty pero sin bolsita plástica). Hay asimismo un emo, un tarrú, un abusado sexual por su tío, una niña fina y rica, una que se queda sorda por el estrés, otra es rubia tonta crónica, y otra es mala, chivata y zorra; por último queda uno: el más normal, que se debate entre los amores de la fina rica y la rubia tonta.

SOS Academia quiere tener suspense, pero no lo tiene: quiere parecerse a El Internado y a Un Paso Adelante (otra teleserie española), pero fracasa aun como copia. En resumen: comida de cocodrilos.

El estado comatoso de la TV para jóvenes en Cuba es algo que, a mi juicio, debería ocupar más a la política cultural si pretende alejar a las nuevas generaciones de consumos imbecilizantes como muchos programas del llamado paquete, el exceso de videojuegos, y el reguetón pornográfico.

No se trata solo de rescatar aquellos espacios televisivos que antaño entretenían a Cuba entera desde la 7:30 pm hasta que empezaba el Noticiero y con él las guerras en medio mundo, sino también de hacerlo más o menos bien, como lo hizo Mucho Ruido en 2009.