Plantas ornamentales

La señora de la foto vende plantas ornamentales. Se sienta en los quicios de una calle muy transitada en Camagüey de lunes a viernes, 2 o 3 horas mientras el fresco de las mañanas se lo permite, y espera que aparezca algún cliente interesado.

En las semanas que lleva esta rutina, la señora ha vendido muy poco, casi nada: el bolsillo de la gente no está como para comprar maticas lindas, ni para acercarse a admirarlas siquiera… Cuando el calor comienza a levantar sobre las 10:00 am., ella se levanta también y se va con su carretilla casi igual de llena que cuando llegó.

Sus ofertas se integran básicamente por begonias y pequeños helechos, sembrados en potes plásticos de helado, y en laticas de leche condensada y de pescado del que le dan por la cuota a los que sufren de alto colesterol*. Las begonias cuestan 5 pesos MN, y los helechos 3. Tiene además una malanga mediana, que no la vende por menos de 10 pesos.

Como es obvio, la señora vende para entretenerse y para luchar, porque la vida está muy cara, me comentó una vez que le saqué conversación mientras le ofrecía un vaso de agua.

Me imaginé entonces el tremendísimo esfuerzo que deberá hacer el gobierno si pretende avanzar en serio en la creación de una política tributaria justa, en la cual los ciudadanos aporten de acuerdo a su ingreso real, y no de acuerdo a desfasadas y cuadriculadas clasificaciones que solo logran echarle combustible a los tanques sin fondo de los inspectores corruptos. Esa política será bien vista solo si permite a cada cual hacer de forma legal lo que puede o sabe, sin tener que enlistarse obligatoriamente en alguna de las actividades autorizadas, que fueron escritas, al parecer, por personas que nunca en sus vidas se las vieron negras para mantener a sus familias en un escenario económico tan complicado como el actual, donde hasta para recoger laticas de refresco de los cestos de basura, teóricamente, hay que tener un documento que te avale.

Un conocido que torea inspectores corruptos a cada rato porque su actividad se aparta de lo legal sin que tenga nada de malo, me dijo que el secreto es nunca morder los anzuelos del soborno, porque entonces se riega la bola y te caen todas las semanasque si el cartel transversal está prohibido en el centro urbano, que si no se pueden vender cosas traídas de afuera etc, etc. Mi socio les responde que él quitará su cartel transversal cuando todas las tiendas estatales TRD hayan quitado los suyos, y que si no vendiera lo que le traen de afuera tendría el catre vacío, porque Cuba está lejos de fabricar hasta relojes Prefiere entonces pagar las multas, lo cual está contemplado como un gasto más en las cuentas de su negocio.

La señora que vende plantas tiene derecho a comercializar lo que con amor y sin robarle a nadie consigue, eso, por suerte, ya se ha entendido en Cuba. Lo que viene faltando es un marco legal objetivo que la proteja ante la eventual aparición de un eventual y cabrón oportunista que con su libretica sucia de tanto manoseo, y como si no tuviera madre, manda a circular a los ilegales justificándose en leyes que no conoce la gente**, y que él tampoco conoce pero memoriza al detalle para luego sugerir escapes que beneficien a ambas partes: tú me ayudas y yo te ayudo… y que finalmente solo lo ayudan a él a vivir del relajo, bastante así como vivían los sheriff del salvaje oeste americano.

Lograr un orden justo en ese sentido parece cosa difícil en un contexto en el que se piensa que si no se regula absolutamente todo lo relativo a la vida económica del país caeríamos en una situación de libertinaje inadmisiblepues bien, entonces alguien en el gobierno debe tomarse el trabajo de confeccionar una lista nueva de actividades autorizadas, con tantas variantes del trabajo por cuenta propia como existan, en la cual aparezca una licencia especial para señoras jubiladas que venden helechos y begonias, prácticamente sin lucro alguno.

*La mayor parte de las veces no les dan pescado, sino pollo. Este cambalache genera la risa de todo el mundo pues no deja de sorprender que aun siendo Cuba una isla rodeada de mar, sea más fácil importar pollo que sacar peces del agua, lo cual se debe la oxidada infraestructura pesquera y al control que se mantiene sobre las embarcaciones de pequeño y mediano tamaños (similar al control sobre la masa vacuna) por temor a la emigración ilegal.

** La gente no conoce las leyes porque los programas de Universidad para Todos que ponen en la TV tratan de cualquier cosa menos de lo útil que hace falta ahora mismo.