¡Seremos inglesitos!… que se van a las Bermudas

Buenas tardes compañeros, un saludo internacionalista solidario y coexistente pacífico. A partir de ahora este blog será educado pues teme caer víctima de los nuevos aires de formalismo que soplan en las calles de la ciudad pero solo por esta última vez, compañeros, permítanme por favor la falta de refresco* de la expresión espontánea… o instantánea, según el refresco.

Una nueva guanajería y/o comedera de mierda acaba de posarse como tiñosa en cruz sobre los hombros de Camagüey; su objetivo: recondenarle más la vida a los que vivimos aquí.

En pleno verano, con el calentamiento global derritiendo hasta las paredes y licuándole el cerebro a la gente, ¡y ahora no se puede andar en camiseta en la calle!, o al menos no pueden los pobres bicitaxeros, que dan pedales todo el día transportando extranjeros, guaricandillas, negociantes, y, en menor medida, apurados diarreosos que corren al Hospital. Es de mal gusto andar en camiseta explican los que nunca explican, y multan con 60 pesos MN a los que violen la norma del asamiento masivo.

Le ronca la pinga, asere, me dice un asere que maneja bicitaxi porque su antigua y decorosa profesión de persona inteligente un buen día lo empujó desde el buró donde estaba hasta un timón. Con el tronco de calor que se manda este país, y ahora ponerse esta mierda, y me enseña un pullover con las mangas arrancadas, porque en desmangadas sí se puede andar

Ya una vez a los bicitaxeros les hicieron poner una ridícula banderita triangular y roja encima de sus vehículos. Por más que pregunté, ni uno solo me supo decir por qué, pero todos sabían que era obligado ponerla. El caso bien podría asociarse a aquella vetusta ley inglesa que obligaba a los primeros dueños de automóviles a conducir con una persona delante, corriendo y ondulando un banderón rojo que anunciaba el paso del carro.

Al parecer, las mismas autoridades que alientan aquí al trabajo por cuenta propia piensan que los bicitaxeros son todos una partida de delincuentes vulgares que deben ser controlados y multados a cada rato, como si un día fuesen a tomar la ciudad por asalto para fundar el reino anárquico del reguetón y la gozadera. Y si no lo piensan actúan como si lo pensaran.

Luego del reciente discurso en que el Presidente de Cuba dijo que había que rescatar la buena educación, comenzaron las medidas de contención contra chancleteros y calurosos en los establecimientos públicos donde la gente va a hacer trámites y colas. En un edificio estatal hay un poco de razón para exigir vestimentas adecuadas, pero en las calles no, pienso yo que soy extremista y veo ridículo que una mujer grite si la ves en blúmer y sujetador, y luego se pasee por todo Varadero con una tanga que enseña hasta las muelas.

Si solo fuera la cruzada contra las camisetas no habría tanto lío se aguantaba un poco el calor y ya, pero sucede que esto llega en un momento en que Camagüey está bastante cerca de recibir el Título de Inhabitable que otorga discretamente, sin ceremonias ni diplomas para lerdos, la población.

Dicen que ahora van a dar helicópteros por la libreta, bromeaba un tipo el otro día frente a los pasos cerrados del centro de la ciudad, en evidente tono de queja: los pasos están cerrados porque se construye un hotel, el Santa María, que no disfrutarán los camagüeyanos de a pie. Sí disfrutarán algunos, en cambio, el paseo de la calle de los cines, que igual se construye y estanca el tránsito: seguro le pondrán un cartelito que diga: Por favor, pasearse orondos, educados y bien vestidos, como corresponde al ciudadano correcto y feliz

Las molestias de las obras se deben, además, a que Camagüey no es una ciudad cuadrada, como Holguín o Cienfuegos, y a que las estrechas calles son insuficientes para el ajetreo del conjunto humano que las pisa a diario. Porque la vida siguió la gente nace, crece y se multiplica, pero la ciudad se quedó atorada en alguna parte de su desarrollo.

Otras jodederas que igual contribuyen al estado general de incomodidad, son los males necesarios de lavarse las manos y mojarse las suelas de los zapatos con agua clorada en los establecimientos públicos, lo cual no molesta solo si uno es manco y lleva siempre zapatos enteros. Esa situación es culpa del cólera, que ya está a dos brotes de obtener el Título de Visitante Ilustre; un título que no otorga la población.

Imagino entonces que no faltará mucho para que las autoridades suelten en las calles unas cuantas hordas de encorbatados y sudorosos inspectores, que conformarán la Brigada Protectora del Buen Lenguaje. Irán detrás de la gente escuchando lo que hablan, y corrigiendo y multando. Malapalabras sueltas: 50 pesos; frases vulgares de segundo nivel de ofensividad: 100 pesos; construcciones retóricas inadmisibles: 500 pesos, algo así.

Y ojalá no lleguemos tan lejos como los ingleses imperialistas, que mantuvieron vigente por siglos una ley que condenaba a la horca a quienes osaran talar un árbol en áreas urbanas. ¡Esos ingleses sí que son unos bárbaros!; mira que fastidiar tanto al ciudadano con puñeteras y constantes estupideces, como si no tuvieran ya suficiente jodienda con las enfermedades, la falta de cosas y comida, y el tormentoso calor del verano londinense. Y luego nadie los entiende…: ¡Por eso mismo es que todos se van en short a vivir a las Bermudas!

*La falta de refresco se deriva de las medidas sanitarias contra el más reciente brote de cólera en Camagüey.