Los come-perros

Por contenedores de basura merodean los buzos de la ciudad. Los buzos suelen tomar alcohol en las más baratas variantes (como el vino seco o el chiva prieta), y entonces van cayendo redonditos sobre las 4 o las 6 de la tarde, y amanecen hinchados y cagados sobre charcos de su propio orine en callejones y portales por ahí.

Durante el día meten la cabeza en la mugre para encontrar pedazos de metales o cajas de cartón que luego venden a intermediarios de la Empresa Recuperadora de Materias Primas, o cosas rotas como zapatos y hebillas de pelo que luego lavan, arreglan y venden a personas que están bastante cerca de ir a parar a donde ellos, o comidas semipodridas para alimentarse.

A los buzos de mi barrio les dicen los come-perros porque, además de lo anterior, crían perros y aunque no los cocinan así a plena luz, existen sospechas fundadas para creer que sí lo hacen de alguna forma, en alguna parte. Tienen una jaula y allí los meten, y cuando el perrito crece un poco entonces deja de estar y en su lugar aparece otro pequeño, y así siempre tienen uno o dos perros nuevos. La rotación de los animales es bastante dinámica.

Igual quedan otras posibilidades: pueden estar haciendo una labor de gestión de adopciones para cachorros, o puede que solo los recojan indefensos, los pongan fuertecitos, y luego los dejen ir para que tengan más chances de sobrevivir, lo cual sería muchísimo más sorprendete.

Entonces este post podría haberse llamado Un día en la vida de un hombre que se come un perro o Un día en la vida de un hombre que no come y salva a un perro, y aparecer aquí como digno reportaje, dando el palo con lo inusual, pero yo no poseo el don de caerle atrás a la gente, ni mucho menos el de montarle vigilancia a nadie, ni me gusta el paripé de fingirme socio y entrarle ligth al grupo para luego preguntarle algo como ¿vengan acá, ustedes se comen los perros?….aunque con ello resuelva el dilema de los buzos de mi barrio ¡Qué cosa, verdad!, quien iba a pensar que los verbos fingir, vigilar, y perseguir (o prosecutar como decimos ahora en broma algunos blogueros) podrían ayudar al periodismo interesante en Cuba. ¿?

Pero volviendo al dilema primario: yo pienso que sí; un hombre que cae al suelo tras beberse al cun cun un pomo plástico de litro y medio de vino seco, uno que come comida sacada ¡de la basura de barrio pobre en Cuba! perfectamente puede comerse un perro, y también se come un gato, y hasta bichos con menos carne, para que lo sepa usted. Si usted es cubano pobre normal mayoría, piense primero en su relación histórica con las carnes de comer, piense en los buzos y en cómo viven, y luego intente juzgar este caso teniendo en cuenta el escenario descrito: ¿Los regalan y los sueltan, o se los comen?