Chivatón

En lenguaje corriente los cubanos le llamamos chivatón al tipo que delata sin coerciones ni torturas, o lo que es lo mismo, por el mero gusto de delatar. Y como su arte tiene mucho que ver con un carácter severamente desnutrido, el chivatón es además, por naturaleza, mentiroso, fabulador y cherna*.

De toda la gente fea que hay en este mundo, la más fea es, posiblemente, el chivatón. Y no hay edad específica que pueda verse como la flor de la chivatería: los hay niños, jóvenes, viejos y hasta verdaderas maquetas de cadaverismo que ejercen con igual furor. Pero como los niños no saben, y como los viejos son viejos, son los jóvenes chivatos los que mayor interés generan: aun siendo ellos el detritus de una generación de poco protagonismo, llega a sorprender su falta de pensamiento genuino, como si a nivel molecular algo hubiese fallado durante el engendramiento.

El chivatón regular suele verse a sí mismo como un héroe de la guerra o como el noble salvador de algo valioso,…aunque no estemos en guerra,…aunque las cosas valiosas las protejan los Power Ranger de TRASVAL, y aunque el contenido de su trompetazo sea la venta ilícita de una galleta con mantequilla, o la revelación de quién le dio el cocotazo al otro en la sala oscura de un cine de municipio. Podrán llegar a parecer fieras dentadas, pero en el fondo, el chivatón siempre empolla un alma de ser humano manso y guanajón.

Cada chivatón adulto debió ser antes, en su infancia, la mona sonsa del aula: esa que al verse empujada en la formación de la mañana, saqueada su merienda escolar, y rota su libretica de apuntes, llamaba siempre a la maestra entre sollozos mariquitas, y se lo decía a su mamá. Todo buen chivatón tuvo desde niño una libretica de apuntes en la que documentaba el mal proceder de los demás, a través del registro de una serie de nombres y actitudes negativas, casi siempre protagonizadas por varones que lo maltrataban a él en el recreo, le garabateaban el Cuaderno de Caligrafía y le partían la punta del lápiz una y otra vez.

Asimismo todo chivatón que se respete se mostrará recto y comedido, pero no se deje usted engañar: esa rectitud no es moral, sino lumbar, y su comedimiento es el típico pose de los comemierdas más comemierdas, que llevan la mente en blanco todo el rato y simulan filosofar. Algo curioso sobre la mente minimalista de un chivatón es su capacidad de evocar constantemente situaciones desventajosas para ellos, lo cual explica el resentimiento que los agobia, y el porqué incluso 20 años después frente al pelotón de fusilamiento, puedan recordar los detalles de aquella tarde remota en que le ganaste jugando fútbol y te burlaste de su torpeza con el balón, o cuando su novia te sonrió en el pre.

Su tipología es tan amplia que no alcanzaría un post, pero sépase que están clasificados: el chivatón de carroza (jodedor y buena onda pero chivatón), el chivato discreto (no lo parece pero te mandó a matar), el chivato profesional (estudió para chivato y ahora lucra con la chivatería), el chivatón rezagado (avisa hasta del agua tibia, chivatea cosas que nunca pretendieron andar ocultas), y el chivatón 2.0 (utiliza las redes sociales y la tecnología en general para optimizar el chivatazo). Y por último está el chivato-chivatón, que es la expresión plus de todos los anteriores, uno que no escatima en recursos propios o ajenos, ni en esfuerzo, para joderte la vida si tu nombre se le ha metido entre nalga y nalga.

No es cierto, en cambio, que haya relación esencial entre el ser chivato y la obesidad, la miopía, la calvicie, la halitosis y otros tufos corporales. Ni en juego deberíamos ofender tan tremendamente a los gordos, los espejueluses, los calvos y los pesteabocas de este mundo.

A esta altura se preguntará usted por qué tanta muela mía echando pa´lante a los pobres chivatos, que pobres al fin: ¡pobrecitos!. Pues bien, sucede que en Cuba abunda el buen humor, y eso esta bien; que abundan también los músicos y pintores, que igual es bueno; y las mujeres buenas se dan en mazos de a 15 unidades en cualquier barrio por ahí: bueno ¡muy bueno!. Pero que ande suelto tanto chivato viejo, y tanto chiva- novato, es malo: está el chivatón que da al pecho, diría cualquiera menos la prensa feliz.

Como hurones de cañaveral los chivatos se reproducen entre ellos, y a veces se cruzan con alguna rata de otra especie roedora. Bucean en la virtud de los demás queriendo encontrar la caca para gritar que hay peste, y conscientes de su miseria humana digo yo, deslucen la buena cara de un pueblo que seguramente prefiere quedar en el top-ten de cualquier cosa antes que en el de chivatería.

*cherna:cobarde, asustadizo y poco masculino en sus relaciones interpersonales. De proyección social taimada. Ladino y mala pécora en general.