Tiempo ´e mango
Se acerca en Cuba lo que se conoce como tiempo ´e mango, y que se extiende aproximadamente desde finales de abril hasta inicios del verano. Según la tradición verbal ya que casi nadie se ha interesado en dejar constancia escrita del interesante mundo del mango en Cuba el tiempo comienza exactamente el día primero de mayo: entonces debería caer un tremendo aguacero inaugural cada año, que significaba la luz verde a la ingesta masiva de la fruta. Antes del día primero los mangos no sirven; dan tifo, dirían los más viejos.
Durante el tiempo ´e mango la cosa afloja, digo en general, la cosa general: las lluvias de la primavera refrescan el calor que empieza a sentirse más fuerte, y la presencia a borbotones del mango en los árboles dan la sensación de que sobra algo, en el sentido bueno de ver sobrar las cosas, de que se sabe que no se acabará pronto. El caso concreto es que aquí casi nunca sobra nada, y menos si esa nada se puede comer.
Da gusto ver a los niños de los barrios con calles de tierra caerle a pedradas a las matas para tumbar mangos a veces logran tumbar además algún cristal de ventana. Al salir de las escuelas. piedras contra las matas, y los sábados y domingos también piedras pa´ las matas, ¡y no por hambre!, sino por aquello de ver como se cae el mango desde el tope hasta el suelo: ver algo caer siempre ha sido un verdadero privilegio, y los niños lo descubren rápido. Luego que cae la fruta, verde o madura, los niños se la comen: a la verde le echan sal, y ponen cara de dolor profundo por el ácido salado pero se la siguen comiendo; a la madura solo deben pelarla con sus propios dientes, y es todo un espectáculo la típica embarracazón en los derredores de la boca y las manos. Chorrea el líquido amarillo del mango maduro entre sus dedos; a veces se mezcla con el polvo de la piedra que lo tumbó de la mata y el líquido se torna carmelita. Y si el mango es hilacha el niño debe sacarse las pelusas de entre los dientes después de comérselo.
En las casas de la gente normal también hay buen tiempo en tiempo ´e mango porque hay diversas maneras de consumirlo: los grandes se comen en lascas como ensalada, en batidos con leche, en refrescos naturales o aguados, en pedazos cuadrados semicongelados, etc. Los chiquitos se comen a la tradicional (embarrándose uno hasta la nuca), en dulces con semilla, en mermeladas des-semilladas, en pulpa para preparaciones múltiples, compotas para los bebés, etc. Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, siempre hay quien sostiene que el mango no es comida; o que junto al mamoncillo, el tamarindo, la grosella y otras, integran el conjunto conocido como comidas de bobos, puro entretenimiento mandibular diseñado misericordiosamente por Dios para distraer la atención de los pobres de la comida verdadera.
El mango es también, junto a la costumbre de no comer carne de res, uno de los puntos de contacto de la cultura alimentaria del cubano con la del pueblo de la India.
Durante el Período Especial en Cuba faltó hasta el mango. La gente compraba (o conseguía) un líquido extraño que aceleraba el proceso de maduración, que servía por igual para mangos y platanitos. Digo que ahora parece de película, pero en esos años hubo que agitar incluso al mangoera como comerse un lechón de 45 días.
Un mito popular asociado a la fruta anuncia que el año que hay mucho mango le sucede una carencia de otros alimentos, como si la tierra gastara todos sus recursos en ellos, y no dejara nada para la papa y el aguacate. No obstante, sea esto cierto o no, estoy convencido que peor es que no haya mangos, por lo que ellos significan para la cultura alimentaria de la mayor parte de la gente que como dicen los viejos ganaderos de esta llanura peor es que se corte la leche y no haya azúcar (para aprovecharla haciéndola dulce).
Akino 7:17 pm el 10/04/2013 Enlace permanente |
Muy bueno, me recuerda cuando era chamaco que iba a casa de un amigo donde había varias matas y solo teníamos que esperar a que cayeran cuando el viento las movía.
Adrián García Ferrero 9:19 pm el 12/04/2013 Enlace permanente |
El Ale se te quiere…