«Pesteaculos» en la ciudad

No hay que andar por ahí mirando con ojo de dermatólogo para notar la gran mancha de petróleo que ensucia el piso del portal de lo que parece ser el comedor obrero de la Fábrica de Helados Coppelia, de Camagüey, justo al lado del parqueo de la fábrica. El caso carecería de relevancia y fuera solo una mancha más, si ese portal no fuera usado como cobija por noctámbulos y alcohólicos habituales, que pasaban allí sus noches, al menos bajo dos paredes y un techo.

Desde hacía muchos años (tantos como recuerdo tengo de mi paso por la calle Rosario) borrachos y diambulantes utilizaron aquel sotechado como dormitorio colectivo; y a veces coincidían allí hasta cinco seres humanos ( seres humanos pesteaculos, borrachos y sucios, dirán algunos, pero seres humanos al fin) que pernoctaban resguardados por un fino colchón de caja de cartón de refrigerador Haier y pasando de mano en mano un abollado pomo de alcohol de 90.

Y puede que usted, con su mente sana de malicia, llegue a suponer que el petróleo que hay ahora en ese portal-templo de alcohólicos sin hogar y de viejitos pesteaculos sea obra de la casualidad, de un vertimiento inocente que lleva días y nadie limpia. Sin embargo yo, que noto cómo crece en esta ciudad junto a la economía de muchos la mala fortuna de otros, el desentendimiento de todos, me atrevo a asegurarle que el petróleo del portal fue una acción planeada por los dueños de la fábrica, ejecutada por algún jefecillo regular y bigotudo que recibió la orden de otro jefecillo regular y bigotudo. El petróleo es, a todas luces, un acto de absoluta asquerosidad humana con el objetivo de espantar para siempre a los indeseables, a los intocables, a la gente puerca de ese portal. Y si no ¿por qué no lo han quitado ya?

Yo, pro-borracho y anti-jefes, pro- los viejos pesteaculos y anti- perfumados bigotudos de la generación descarada, me cuestiono la situación mucho más allá del método. Sobre todo porque un alcohólico no es un borracho asqueroso, sino un enfermo, y aun más: un enfermo social; y un hombre sucio con peste a culo que duerme a la intemperie puede tener detrás la más honorable de las historias, suelen tenerlas. De hecho en Cuba, si algo sobra, son honorables historias que duermen sobre colchones podridos, sobra la gente buena que vive mal. Quien no sepa esto, o no lo crea, puede salir ahora mismo a la calle de verdad a hablar con la gente de verdad (pero sin grabadora y sin cámara, que es como único pueden capturarse sentimientos verdaderos)

Tantos años de cultura, de educación, de salud, y de rimbombantes congresos internacionales, deberían servir al menos para que ningún cabrón use su poco poder espantando infelices sin suerte de portales estatales. O al menos no así, choreando petróleo en el suelo donde duermen. Cualquier variante al respecto puede considerarse más apropiada, cualquiera.

Cuando se espanta un perro sarnoso el perro se va, pero sigue existiendo el perro, y asimismo sigue esparciéndose la sarna.