¡Y a mí qué…!

Por Alejandro Ulloa, Tomado del blog Esquinas, en https://aldoblarlaesquina.wordpress.com/

Muy bonito, muy bonito –diría un personaje de Vampiros en La Habana– pero nada tienen que ver conmigo –agregaría yo.

Como periodista me cuadran, las aplaudo, las defiendo y las critico, lo más objetivamente que puedo, en la medida que van apareciendo: las medidas adoptadas por la Revolución y su dirigencia –algunas con buenas y necesarias consultas populares– han comenzado a deshacer, con bastante efectividad, el inmovilismo en el desarrollo de las fuerzas productivas y creativas de la nación acumulado durante muchos años. Pero, ¿y a mí qué…?En materia política, no es lo mismo ahora que hace diez años: Cuba crece, opina, y por suerte, ya no se calla ante nada y participa más, no lo suficiente, ni siquiera lo bastante, pero algo más.

En lo social, algo se ha retrocedido en cuanto a valores, cultura y formación, pero el país parece entender su situación y en pos de ello se vuelca a estudios censales para acondicionar mejor su estrategia de desarrollo –o eso quiero yo creer. Ah, y ya los cubanos podemos viajar libremente, al menos en lo que al Estado Cubano respecta.

Los campesinos tienen más chance, no el necesario, pero algo se hace: producen más y con un poco más de libertad, comercializan mejor sus productos, luego de cuatro años de viajar a sus tierras –o a eso obligaba la ley– ya pueden construir en ellas, y hasta Brasil invierte en un central azucarero cubano.

Los cuentapropistas –o mejor dicho, el sector privado– crece bastante en el ámbito de los servicios –aunque las ciudades se parezcan al templo de Jerusalén en tiempos de Jesucristo– pero no cabe dudas que es mejor comerse un dulce –olvídense en este punto del sector en divisas– de un particular que los del Estado. ¿Por cierto, qué se harán ahora los que venden ropa y calzado con el nuevo requerimiento de carta de invitación para Ecuador? ¿Acaso el Ministerio de Comercio Exterior les servirá de intermediario? En fin, el mar.

En la industria, grandes proyectos se prevén con las obras del Mariel, el polo petroquímico de Cienfuegos, la gente de los productos farmacéuticos y otros etcéteras menos conocidos.

Asimismo…, bueno, una pila de cosas más… pero, ¿y Moi, I, Eu, Io, yo, dónde quedo yo? Porque es muy bonito todo eso: que se subsidien a personas para construir o reparar sus casa con el dinero de la venta de materiales –bastante caros, por cierto– que aportamos otros; que se puedan vender y comprar casas, carros; que entreguen tierras en usufructo; que ya hasta yo pueda viajar –hipotéticamente por ahora, y espero que no para siempre, aunque si sigo con estos post quizá sí para siempre…

Sí, muy bonito, muy bonito, ¿y a mí qué?

Soy un simple graduado de periodismo que no tengo casa ni carro, por tanto no los puedo comprar (cambiar) o vender; no soy fan al campo que digamos, más allá de lo que una cobertura periodística requiere o de la curiosidad innata; no tengo arte para amolar tijeras, ser barbero, poner ladrillos o vender dulces –más bien me gusta comérmelos, los dulces–; definitivamente no creo que clasifique en alguna pinchita con petróleo o en otra industria; me da lo mismo si se puede viajar o no: mis doce dólares mensuales no me alcanzan ni para comer dulces, así que prefiero volverme diabético antes que ahorrar para un viaje en unosssss ¿veinte años? –sin comer, ni vestirme ni nada, casi en formol– y solo llego con eso a unos tres mil dólares…; lo de la ley tributaria me resbala, otra vez mi mísero e intransigente salario nunca permitirá que ella me grave los ingresos –más bien mis ingresos ya son graves, casi de muerte.

Y la prensa, en última instancia, y por lo que percibo, bastante lejos está de lograr el espacio respetado, necesario, bien pagado y transformador que debiera tener en una sociedad socialista como queremos ver la nuestra. (Por cierto, tendrá que cambiar de sí o sí luego del 20 de enero, cuando Telesur abra muchos párpados tan cerrados como sordos, porque les digo, el periodismo cubano no se parece ni remotamente a eso –bueno, ¿haremos realmente periodismo? –, y en cuanto a los cubanos de a pie, al pueblo, uff, creo que se van a dar un buen susto con tanta profesionalidad: ¡no están acostumbrados a eso!)

Y entonces, vuelvo con la pregunta, todas esas medidas muy bonitas, muy bonitas: ¿y a mí qué…?

Por ahora, y no sé si alegrarme o apretarme el cinto, lo que más me seduce es ese avance, casi de película de suspense, de que se avecinan cambios de mayor impacto y profundidad, y los más complicados. Y digo esto, porque espero que desaparezca la doble moneda, aunque ese no es el problema, sino que la que me pagan no tiene poder adquisitivo. Lo digo también porque soy un tipo con fe –que no es “F”amilila en el “E”xtranjero– y quiero pensar en un congreso de la UPEC donde alguien se levante y diga –pa que se cumpla, no pa decirlo nada más–: “tá bueno ya, vamos a pagarle a la prensa; vamos a hacerle una ley pa protegerlos y guiarlos eficazmente y que nos ayuden a construir, desde sus puestos, el socialismo, y puedan sumar más al pueblo, en toda la extensión de la frase y como luego del 59, a los cambios que hacen falta; vamos a profesionalizar de verdad al sector; vamos a extinguir la brecha del oficialismo y el secretismo…” y una pila de “vamos” más que hasta me vuelven la boca agua.

Y lo digo, sobre todo, porque espero que 2013 sea un año donde las medidas que se sigan tomando lleguen a las mesas, los bolsillos y la espiritualidad individuales de las grandes mayorías, sobre todo profesionales, que apenas han sido beneficiadas con la anteriores. Que lleguen a mí, que ninguna de las tomadas me ha hecho dormir más tranquilo, y mucho menos, poder planificar mi futuro, siquiera, de los próximos dos años.

Mientras espero, solo me queda desear que dentro de dos años, espero, no tenga que volver a decir: ¿y a mí qué?