Día de los Padres Magos

Es Día de Reyes y mucha gente festeja en Camagüey. Los niños, la mayoría, no saben siquiera quienes son los Reyes y preguntan cuál es la diferencia entre Melchor, Gaspar, Baltazar, Papá Noel, y Santa Claus; los grandes no les responden: primero porque ellos tampoco saben y segundo porque aún tienen el cerebro en shock luego de la violación económica que han sufrido en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD).
Los niños de mi casa no son católicos pero igual tuvieron su Día de Reyes. Jailer, que tiene 9 años, pidió en su carta un par de chancletas y un robot… «aunque sea chiquico»… Jeandro, que tiene 6, pidió también un par de chancletas y un carrito. Y yo asombrado: ¿a qué niño normal se le ocurre pedirle a los Reyes un par de chancletas?, y ellos: «normal, tío, es que eso nos hace falta…». En mi familia tenemos, como se dice en cubano «la pata caliente»…. eso o qué las chancletas de las mencionadas tiendas son una porquería… Mi madre les regaló unos antifaces plásticos con narices, espejuelos y bigotes que costaron 1 CUC cada uno, mi hermana les compró las chancletas, y yo les di unos «paper toys» (algo así como cuquitas para varones) de carritos de guerra (mi primera propuesta fue una Torre Eiffel y un Taqmahall¿¿¿¿???? de cartulina… pero ellos querían carritos). El robot, «aunque fuera chiquitico» lo traía Santa en una góndola desde Venecia, así que va a demorar un poco– le expliqué. Entre los dos se comieron 5 dobosh de 3 pesos MN, un pote de helado de 1, 75 CUC, y se tomaron un litro de malta aguada del termo de la esquina.
En el barrio otros niños tuvieron mejor Día de Reyes: uno con pistola que suena y pinta luces de todos los colores (y molesta en los ojos), otro con un tareco raro que dispara bolas plásticas, y otro con una patineta de 36 CUC. Sin embargo no faltó el vecino que sacó muy orgulloso su mismo pedazo de palo con ruadas de siempre a la expo-juguete de la cuadra, y hubo otro que ni siquiera salió de su casa a la cita infantil de cada tarde…
Entre tantos juguetes modernos, caros, baratos, yumas, inventados, vacanes y mierderos, no pude dejar de recordar aquel avión de palo que me hizo mi abuelo Nino cuando se me rompió definitivamente el original plástico que me trajo mi tía de la Unión Soviética, ni el papalote que nunca volé porque no tenía hilo…No pude dejar de recordar los niños de preescolar de mi escuela primaria que se robaban la plastilina «estatal» en las uñas para tener algo con qué entretenerse en sus casas del Reparto Saratoga, a veces hasta sin corriente (porque cuando corriente sí, entonces muñequitos no, piorque estaba un señor muy muelero hablando algo aburrido en un programa que se llamaba «Agenda Abierta»… yo fui un niño de solo dos canales en TV).
Recordé también la falta de parques, helados, y caramelos; recordé cuando compraba con 2 pesos un sábado corto de prú y un chicharrón de viento para merendar en mi escuela semiurbana de mitad de los años 90, recordé la hora de la merienda, y mis discos de yuca y mi refresco Toki, y también el pan con mantequeilla y el refresco enlatado de Rafael …porque su padre trabajaba en «La Vaquita» y luchaba por la izquierda lo que por la derecha no aparecía ni de chiste…
Vi que muchas cosas han cambiado, pero que otras siguen igual. El Día de Reyes, por ejemplo, ahora se aprecia más en Cuba, pero igual las diferencias y los dolores se notan a la legua. En un mismo CDR puede haber un niño solicitando computadoras por escrito para jugar Star Craft y otro pidiendo un chicle de menta… El que pueda interpretar en esto un sueño martiano hecho realidad– o alguna semejante lectura intelectual– puede solicitarle a Santa Claus un cerebro nuevo para el próximo 6 de enero, a ver si se lo traen, «aunque sea chiquitico», y aunque venga a paso glaciar en una góndola desde Venecia, junto al robot de mi sobrino.