Polisémico Reguetón

(…) bajen por la escalera… que cerré los ascensores…

(…) coje la cabilla que te estoy mandando.. yo tengo el mambo…

Osmany García

Por estos días despierta la fobia antiregetónica luego de que el Parlamento cubano debatiera sobre la vulgaridad en los medios de comunicación. También debatió sobre la calidad de la TV cubana, y paradógicamente un canal ahí comenzó a trasmitir otra vez el culebrón de la Familia Ingals… una serie de dolor y sufrimiento en que la gente se sacrifica y muere, las niñas se hacen mujeres, se quedan ciegas, abortan y tal…, nada más parecido a drama iraní, que no le gusta a casi nadie. Ya quisiera yo poder ofrecerle las estadísticas de audiencia del susodicho canal, en aras de que pueda usted sacar cocnlusiones propias, pero como tantas otras cosas las cifras aquí parecen no ser importantes, por tanto le digo «un canal ahí» (uno de cuatro), y asumo que no tiene mucho público.

Respecto al reguetón… bueno en Santiago de Cuba las calientes muchachitas decían que sus detractores eran malos en la cama, lo que ellas llamaban en su cubano de calle «malas hojas»… sin embargo yo no pienso eso, al menos no así, con tanta categoría. Para mí el reguetón es un fenómeno social muy interesante, y estoy seguro de que le gusta en secreto a muchos de los que se llenan la boca en criticarlo…. No deja de ser curiosa la imagen de un circuspecto Dr. en Ciencias de la Comunicación (que conoce al detalle los disímiles usos de la mierda de camello en Argelia, por ejemplo) con cuatro tragos encima «tirándose un paso» con Gente de Zona… y yo lo he visto.

Lo que sí me jode muchísimo es que se identifique la vulgaridad solo con el reguetón, cuando la salsa por ejemplo puede resultar tan o más vejante de la figura femenina y de la «buena moral», tan o más idiota en su esencia musical, y tan o más la mitad de las cosas malas atribuidas al Reguetón.

Recordemos nada más a Pedrito Calvo predicando que «esa rubia no quiere un negro palmaŽo», a Yumurí haciado loas a la más asquerosa borrachera en «coge la botellita» o a los metrosexuales infantilones de la Charanga Habanera imponiendo estribillos sobre la trascendental importancia del dinero y la bonitillura masculina. No imagino al Centro Nacional de la Música (creo que se llama así) descalificando o bajando de nivel a estos tres personajes, por solo citar a tres.

Los reguetoneros sin dudas llegan a extremos. Recientemente he descubierto que ellos descubrieron la marihuana… Véase en estos versos:

«te dedico esta canción porque estás inflando, mírame a los ojos y adivina como ando…», o «que aquí toŽel mundo se siente en el aire, toŽel mundo se siente como Bob Marley…» Igual me parece que el reguetón no significa problema alguno para la sociedad cubana. El problema es la educación, todo se resume en eso; hay que que enseñar a la gente a escuchar con sentido crítico, y claro, también con sentido del buen humor.

También está el hecho de que estoy convencido que el reguetón es algo endémico, que de aquí no lo saca nadie, y que por tanto es mejor aprender a convivir con él que echárselo de enemigo.

Muchos jóvenes realizadores cubanos han bajado el nivel de sus cámaras y narices y hoy filman con total orgullo una noche de concierto de reguetón por 200 CUC…, y no dudo que cualquier escritor de espejuelitos sea el verdadero autor de temas como «La Construcción», «La Corrupción» y «La Putería», de Osmany (El Chupi) García.

El reguetón en Cuba no es solo música. Es también un negocio lucrativo porque ha sabido mezclarse con las formas emergentes de la economía cubana. Gente de Zona graba un video clip en una paladar, y otras contratan reguetoneros y humoristas para animar las noches de los adinerados que van allí con dinero tricolor a consumir langostas y carne de vaca.

Los programas humorísticos de la TV, «El Salón de la Risa» y «A otro con ese cuento», por ejemplo, hacen algo parecido. El primero contrata a Adriano DJ y a dos «hembras buenotas» que se menean cada jueves en la noche frente a miles de televidentes, con las mismas vocecitas de las mulatas de «Esta Noche To Night». El segundo promueve restaurantes y estilos de vida «out-of-range» de la gente común: desde las locaciones donde graban hasta los peinados de 20 CUC de las
conductoras (otras dos «hembras buenotas») que se ríen y mueven el culo como las mulatas de «Esta Noche To Night»…

Entonces no entiendo nada… o sí, asumo que quizás pueda existir la incoherencia planificada, porque esto no está sucediendo solo con la TV y las políticas de difusión de la cultura. Es como si varias fuerzas a la vez estuvieran pujando por imponerse, y estoy seguro que al final resulta la de más aceptación, o sea, el regeuetón, las hembras buenotas y la publicidad de paladares. Si es bueno o malo ya no importa, lo que importa es asumir de una vez lo que viene tan imparable como eso que usted sabe que cuando viene viene y ya no lo para nadie…

La gente debería adaptarse pues a lo que ya no para nadie, y los medios de comunicación también.