Con el cepillo de dientes

Según una nota publicada en Cubadebate, citando a El Mundo: La necesidad obliga a buscar soluciones a veces bien creativas, de eso quedaron convencidos los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS), quienes esta semana han conseguido reparar una avería eléctrica utilizando un cepillo de dientes.

La estadounidense Sunita Williams y el japonés Akihiko Hoshide llevaron a cabo esta operación durante dos jornadas fuera de la plataforma orbital, situada a unos 400 kilómetros de distancia de la Tierra. En total, tardaron alrededor de 15 horas en arreglar la avería.

No sorprende que los protagonistas de este invento que parece más cubano que del espacio exterior, de este a resolver aquí con lo que haya y pa´lante, sean nada más y nada menos que una norteamericana y un japonés. Según un socio de mi barrio ambas razas solo destacan en dos únicos aspectos: haciendo películas, y en to´ lo demás

El pueblo norteamericano es reconocido como el más emprendedor a nivel mundial: son los blancos industriosos que tanta simpatía despertaron en Gaspar Betancourt Cisneros, un ilustre camagüeyano de otro siglo; y los japoneses bueno hasta han inventado el melón cuadrado para que sea más cómoda su transportación de los campos a los supermercados y de allí a las casas.

Yo, que no soy astronauta pero soy cubano, también he utilizado cepillos de dientes fuera de la boca. Una vez pinté el marco de un cuadro con uno, en otra ocasión derretí el plástico del cabo para intentar arreglar la correa partida de una chancleta dupé.

En la escuela vocacional lo utilizaba para untarle betún a las botas, y para limpiar a cada rato con detergente los aretes que usaba entonces. En las becas cubanas es recurrente la imagen del despistado con el cepillo de dientes en el bolsillo trasero del pantalón, llegando a las aulas, cuando olvidan guardarlo tras el lavado bucal de las mañanas.

Hoy, por ejemplo, utilicé uno para limpiarle las orejas a mi perro mientras lo bañaba; y luego otro para desempolvar las soldaduras de un tomacorriente viejo. Todo eso en un solo día, en una mañana.

Mi mujer me obliga a cambiar el cepillo cada 3 meses, como reza el manual no sé si del dentista científico o del fabricante oportunista, aunque esté en buen estado, de modo que tengo suficientes guardados en un rincón por si se me rompe la nave espacial algún día. Por cierto me cuentan que el Ministerio de Finanzas y Precios ha rebajado el precio del tubo de pasta de dientes «Perla» de 10 a 6 pesos MN… yo hubiera preferido que mejoraran la calidad del producto, pero bueno… no se puede tener todo en la vida ¿verdad?.