Playa La Boca
Además de una parte del cuerpo humano que sirve para comer y/o salivar de olor a comida y hambre* al pasar delante de un restaurant, La Boca es una playa de Camagüey, acaso la menos vistosa de Santa Lucía, en el municipio Nuevitas.
A ojo de buen cubero le estimo entre 50 y 100 casas. Hay además 2 ranchones que venden en divisas (cuyas bondades o carencias desconozco por razones obvias) y 1 kiosco de lástima en todos los sentidos para los que solo tienen moneda nacional. El kiosco oferta almuerzos fríos y bebidas calientes porque no tienen la infraestructura necesaria para que esto sea de otra manera, aunque sí una demanda que a todas luces supone que “da negocio”.
En la Boca el conjunto de la actividad gastronómica de cuentapropistas es nulo o vacío: solo se puede comer, además del almuerzo frío del kiosco, en una de las paladares con un mínimo de 5 CUC. “Es que la langosta, los camarones, el pescado de mar y el carey están muy caros”, me dijo una de las dueñas. Algunas mañanas pasa un tipo con una caja de televisor en la parrilla de la bicicleta vendiendo pan, otras veces pasa una carreta vendiendo viandas carísimas, y una vez en toda una semana pasó una señora de piel cobriza con cara de misión imposible murmurando leche, yogurt y queso.
Pero en la Boca se puede pescar. Hay un lugar popular entre los locales que se llama “la piedra de Biosca”, desde donde se observan picúas y cuberetas casi en la superficie del agua, en el paro de las mareas. Un pescado de tamaño medio-grande, digamos de los de asar para una familia, cuesta unos 10 CUC (250 pesos) de modo que un pescador con suerte puede sacar del agua el equivalente a un salario de recepcionista.
La Boca, sin embargo, está en boca de mucha gente hoy en Camagüey por un tema distinto al vacacioneo y los peces. Se trata del reordenamiento urbanístico, y otros discursos de planificación física, que pretende hacer valer una ley de costas que prohíbe construir en la duna de playa.
Para dar el ejemplo, supongo, todas las construcciones estatales de la Boca (tampoco es que fueran tantas, solo 5 o 6) fueron reducidas a escombros que aún adornan sus respectivos lugar pues nadie se los ha llevado. Y todo el mundo comenta que si van a derrumbar las casas particulares, que si los trasladarán hacia apartamentos en otra comunidad y un sinfín de variantes y especulaciones populares.
En la Boca hay muchísimas casas con el patio a dos metros del agua, cuya demolición sería un acto de inconsecuencia con la lógica básica, una brutalidad solo digna de las hordas de Atila (que según el afamado investigador Will Cuppy eran bestias salvajes que iban destruyéndolo todo sobre sus caballitos sarnosos). A fin de cuentas queda mucho y más importante por hacer en beneficio del ambiente (…eliminar desagües que dan a ríos y mares, prohibir las vallas de gallos estatales que tanto gustan a ciertos “ambientalistas” encargados de proteger la flora y la fauna, encontrar maneras menos agresivas de acabar con el mosquito aedes aegipty, dejar de exportar aletas de tiburón, etc.) antes que demoler lo que ya está hecho y costó dinero, empeño y sudor de seres humanos.
Allí mismo en la playa hay cosas más jodedoras y encabronantes como un par de mujeres que venden adornos hechos de carey, tan impunemente que una gorda francesa puede llevarse una pulsa de animal cubano en extinción por el ridículo precio de 5 o 6 dólares sin que un solo policía le diga nada.
Otro trending topic en La Boca es el abasto de agua potable: cada día llegan pipas, pero tienen preferencias los que pagan al cash o en especies: “¿10 CUC y 20 litros de petróleo?, ¿te cuadra así?”. le decía el pipero a un local.
De vez en cuando se ve un tiburón, pero los salvavidas avisan profesionalmente, sin tanto teatro, y todo el mundo sale del agua hasta que el bicho regresa al canal.
*Un teórico popular camagüeyano ha notado la existencia de dos variantes del hambre: el “hambre general”, denominación que se ajusta al concepto más extendido de hambre como necesidad de ingerir alimentos, y el “hambre específica”, más cercana al antojo de embarazada y frecuentemente ligada a dulces y carnes.
Mandy 9:19 pm el 10/08/2012 Enlace permanente |
asere que playa más mala esa se llena de sargazos siempre, hay que caminar mucho para que el agua te llegue al menos al pecho y siempre está eso de los tiburones. te faltó hablar de los anoncillos que tan buenas sorpresas nos dan cuando nos acostamos en la rena y se introducen por nuestras partes. te invito por ultimo a que vengas a las playas de las tunas, mejores que las de camagüey, más cercanas y un poco más baratas.
alejo3399 2:15 pm el 13/08/2012 Enlace permanente |
la mejor playa de las tunas es, por definición, peor que la peor de Camagüey, eso es un hecho, ahora que sea más barata no lo dudo, jejee.
La loca del blog 12:29 pm el 11/08/2012 Enlace permanente |
Esta es la historia interminable…las ilegalidades comenzaron por dejar construir esas casas ahí, sabiendo que ecológicamente no era prudente, pero los sobornos pudieron más que la ecología por supuesto. Ahora sus dueños se sienten violentados. ¿qué hacer?¿dejar que el mar se los trague o que acaben con lo que queda de costa? En un país donde hay muchas leyes, pero quienes se tienen que encargar de aplicarlas se dedican a vigilar viejitos vendiendo cigarros y a callarle la boca a los que no temen hablar, aunque sean tildados de «agentes del imperio» pasa eso. Aquellos polvos trajeron estos lodos, y YA ES TARDE.
alejo3399 2:13 pm el 13/08/2012 Enlace permanente |
siempre me maravilla la fé que tienes en el futuro… socio el pesismismo es típico de la vejez, se te agradecería ser un poquito más optimista para el bien del ánimo de la gente que lee este blog. ojalá se arregle el tema de la legalidad y los asentamientos costeros en Cuba hubiera sido un comentario más certero, digo yo.
Ramon Bello 3:26 pm el 11/08/2012 Enlace permanente |
Tu eres un buen escritor y narrador. Tengo que visitar la Playa La Boca.