Con la lluvia crece el río

A mí la lluvia no me pone nostálgico ni tristemente angelical: me pone cabrón por el fanguero, el calor húmedo que te cocina la vida y la biodegradación acelerada (en mayo todo se pudre más pronto, hasta la gente) ; es más, ni siquiera me dan ganas de escribir sobre ella… pero el blog es un medio público uno debe seguir las agendas. Por ejemplo, en mayo la lluvia, la ventana y la melancolía, en diciembre navidad, en enero planes y cosas nuevas, en febrero el amor, en abril blogazoxcuba… y así.

Con la lluvia pienso en la pila de gente que tiene huecos en los zapatos y se les mojan las medias, se les arrugan los dedos y caminan incómodos y tragan en seco. Hay gente as las que se les moja la casa, que les entra el agua por las ventanas y luego tienen que sacarla a las 11 de la noche. Y cogen catarro.

Hay niños que vienen de la escuela y se les mojan los libros y la única mochila y tienen que ponerlos a secar en la parrilla trasera del refrigerador y al otro día irse con todo húmedo y frío. Y entonces llueve de nuevo.

Las bicicletas de gomas lisas resbalan en los badenes de las calles y la gente se parte la cabeza y se enfanga. Los perros se mojan también y apestan más de lo normal, y se meten a las casas con las patas sucias y te saludan y te ensucian la camisa.

En los barrios perisféricos se revuelven las ranas de zanja y se cuelan en las casas, asustándo a niñas, ancianas y hombres con miedo a las ranas.

No dudo que la lluvia sea una cosa poética, pero eso depende del ángulo de donde se mire: debajo del aguacero, en ropa de hacer otra cosa, no se ve muy lírico el asunto.