Quemando Karma o Callejerías de ayer y hoy

Ayer y hoy han sido días atípicos, o mejor dicho han sido normales e igualistos a los demás pero han pasado cosas atípicas, sin embargo harto regulares aquí en el país de la fantasía, por lo del Realismo Mágico de García Márquez y todo eso.

Ayer ayudé a tres ciegos o ividentes totales a cruzar dos calles y un crucero de ferrocarril. El tercero me dijo que el sabía cruzar solo pero que con los baches que le habían salido al asfalto junto a la línea tropezaba y se caía, y él tenía miedo a que pasara un tren silencioso, cosa que suele suceder…. Barreras arquitectónicas y barreras mentales: efectivamente venía un tren marcha atrás, y el último de sus vagones, primero que aplastaría a cualuer desprevenido, no hacía el más mínimo ruido.

Primero pensé que haber ayudado a 3 ciegos el mismo día era una especie de señal del destino o alguna bobería mística de esas y que luego el «mañana» me retribuiría al doble, pero luego aterricé y vi que todo era producto de la pura casualidad porque continúo con los mismos problemas que ayer, nadie me regaló dinero y más bien me maltrataron unos agentes de TRASVAL que para darle sentido a sus aburridísimos trabajos se hacen los de la Misión Imposible– con gafitas cómicas y dedo en gatillo y todo– para custodiar 20 0 30 CUC cuando recogen la recaudación en las tiendas.

La retribución, por tanto, y de la cual no me quejo, fue no sentirme mal por seguir de largo y dejar colgados con su dificultades a los tres ciegos.

Más tarde, ayer también, me topé un tipo cuya descripción visual, por exegética que sea, no logrará provocar en ustedes las ganas de reír que provocó en mí porque «aquello» había que haberlo visto… Pero para dar una idea: gordo tapón, gambado, afeitada la cabeza con solo una moñita bastante larga al frente, con rayitos amarillos, y en cada brazo un tatuaje en tipografía «Osmany García», «Adrian» en el izquierdo, y en el derecho decía «La Mente».

Lo gracioso del tipo, lo más gracioso, era la combinación semántica entre su pinta de idiota y la arrogancia de autodenominarse «La Mente». Sin embargo Adrian «lamento» tenía una gran virtud, no era guapo no bronquero: lo supe porque ni se inmutó cuando no pude resistir la risa en su propia cara. Yo creo que eso fue lo que jodió la recompensa divina por ayudar a los tres cieguitos…

Y para terminar la muela de hoy, Hoy. Pues hoy venía yo caminando como siempre por la calle principal de Camagüey y me llama al cruce una muchacha con cara de desespero camagüeyano (sugerencia de tema para investigación antropológica) y me pide que le sople un ojo porque algo le molesta…. así sin conocerme ni nada…

Claro que le soplé el ojo, pero debo confesar que dudé hacerlo, no por mala gente, sino porque me había acabado de comer una fritura de a peso y en esos casos lo mismo sale aire de la boca de uno que un pedazo semicrudo de cebollín o ajo o lo que sea…

Pero al final la operación fue todo un éxito, la chiquita tenía una guasasa ardorosa en el ojo, me dio las gracias en camagüeyano (aclaración inefable) y siguió rascándose el ojo.