Loco mirando el suelo
Florita pasa a cada rato por mi casa: siempre pide agua y de vez en cuando un huevo, un pantalón viejo, un par de zapatos, un mango o simplemente “algo”. Es para su padre, dice. Su madre se murió, y antes de eso fue violada en la vejez por un tipo que gustaba del sexo forzado con mujeres viejas. Cuando Florita se va no se despide nunca, solo da media vuelta y camina, y a uno se le queda la mente en blanco por unos segundos.
Aleyda sin embargo, no pide nada. Pasa solo 3 o 4 veces en el año y trae regalos del basurero: una linda lamparita, un juguete, un cojín medio quemado; y algo para guardar: unos “papeles importantes”. Dice que Fidel le tiene puesta una mansión en Italia… pero prefiere seguir como está: con los pies en Cuba, la cabeza en Europa, el corazón en Hialeah y los tarros en Venezuela. Aleyda se baña poco, y habla muy rápido, desordenadamente: escucharla es un buen ejercicio de agilidad mental.
El hombre de la funeraria se infiltró en una iglesia metodista. Trae anotado en un papel de caja de cigarro los nombres de la gente: fulano es el que guarda el dinero, mengano es el mejor amigo del pastor, sutano hace tal cosa… ya lo tiene todo. Y pide un consejo: ¿doctora, qué usted cree, le doy la lista a Mayito el de la Seguridad? Este hombre debería fumar menos, pensé. Tenía los dedos amarillos.
Antonio también está loco. Esquizofrenia hebefrénica. Se lanzó delante de un tren, pero solo se partió la cabeza por varios lugares. Luego contó que la intención era que su cuello cayera entre la primera rueda y la segunda para que esta le cortara la cabeza, pero calculó mal la velocidad y rebotó. Otra vez quiso cortarse los huevos con una cuchilla: ¿para qué le servía esa cosa guindando por gusto allí? En el funeral de su abuela se entró a galletazos porque no podía llorar. Su color preferido es el amarillo y es capaz de pintar de un solo trazo diversas especies de aves ornamentales. Dicen que empezó haciendo muecas frente al espejo a la edad de 10 años.
Algo tienen en común estos 4 locos de ciudad: caminan mirando el suelo. La gente piensa que buscan menudos, cabos de cigarros, botones, latas de refresco, pedazos de pan, pero en realidad buscan la razón, o una razón.
No he dejado de notar que miran el suelo porque pienso que si algún día me pongo loco me gustaría buscar lo que fuera mirando hacia arriba.
Yisell Rodríguez Milán 3:34 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
Luego de atiborrarme el correo con textos que ya había leído, al fin has publicado algo nuevo. Me alegro mucho. Sobretodo porque es sobre los locos, gente sucia, a menudo furiosa o amable, según les de, pero permanente ahí como para enseñarnos que da lo mismo pensar mucho o no hacerlo ni un tilín porque al final cualquiera puede terminar quemado.
alejo3399 4:44 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
locos sin moto y sin celular
María Antonieta 4:41 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
Ale, este es el primer post tuyo que leo sin atacarme de la risa… y no es una crítica! Me has pulsado la sensibilidad, será que tengo mis locos en la familia y a veces me cuesta verles el lado divertido. Qué bueno que los que retratas tengan un vecino tan loco como tú, para oírle sus historias y ayudarlos cuando quede al menos un huevo en el frío. Yo sé que lo haces por «egoísmo», aunque nunca nadie te lo vaya a creer
alejo3399 4:45 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
no sé si divertido, pero sí interesante, sorprende cómo hablar con un loco puede ser mucho más entretenido que hablar con gente cuerda.
Enrique Milanés León 4:54 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
Alejandro: Muy buen post, de los mejores que has escrito, digo yo, y tampoco carente de humor. Lo que pasa es que este es un humor más sensible, más solemne, más extraño, más profundo. Es el humor que descubrí hace muchos años en esta frase que leí por ahí: «Todos estamos locos; los del manicomio son los más sinceros».
alejo3399 9:54 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
entiendo tu punto, pero lamentablemente los del manicomio son también son los más solos. hay una que en fin de año se sienta en la parada del psiquiátrico a esperar que la familia venga a llevarla esos días a la casa. una penélope camagüeyana.
rafael 5:17 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
Alejo, una vez fui al psiquiátrico a una comida, me sentaron a un loco a mi lado, toda la comida estuvo mirando fijamente mi mano que iba y venia del plato a la boca, fijamente, mirada abajo, mirada arriba, miada abajo…Cuando se vació mi plato. el hombre sonrió enigmático y comentó. 75 repeticiones de cucharas medias, y solo cinco de cucharas repletas, es usted un hombre cuerdo. Luego cargó su propio plato y metió la cara dentro de él.
alejo3399 9:51 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
esa comida debió haberte caído un poco mal, jeje. pero sí a veces uno se pregunta quién es el loco y quién es el cuerdo.
Ramon 6:02 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
Amigo Ale,
Tu nota de hoy me deja pensando. Gracias por ayudarnos a ver cuan cercana esta lo que lo llamamos «realidad» y lo que pensamos que es «locura». Me encanto el final. Muy buen cierre!
alejo3399 9:49 pm el 23/01/2012 Enlace permanente |
gracias ramón, espero que ese final quede en la ficción, un saludo desde Camagüey.
Mar 6:33 pm el 25/01/2012 Enlace permanente |
hay locuras que valen la pena… hay cuerdos que parecen locos… este mundo está patas pa’arriba 🙂
Javier Montenegro 2:22 am el 31/01/2012 Enlace permanente |
Genial! Cada pueblo tiene sus leyendas de locos, pero se siente diferente cuando se viven. Y la vdd no me gustaría terminar mirando al suelo
alejo3399 4:55 pm el 02/02/2012 Enlace permanente |
mejor pa’rriba que pa’bajo…