VIAJE AL CENTRO DEL YOYO

Después de una extenuante sesión de trabajo, a los efectos de su costumbre, el grupo investigativo llegó finalmente a la meta primera de su labor: algo tan importante como el nombre no podía pasar al descuido. A partir de entonces se identificaron bajo la significativa y profunda designación de “Amiguitos de la Naturaleza”.

El grupo acordó, además, participar en todos los evento que se efectuaran en el mundo, aunque nada tuviesen que ver con su línea de trabajo. Los integrantes fueron escogidos por sus méritos académicos. Mientras, los demás no trascendieron: sus trabajos prácticos de la secundaria se limitaban a exponer graciosas opiniones en torno a temáticas muy nebulosos, los elegidos sorprendían al profesorado con sus importaciones literales –hipervínculos incluidos– de fuentes digitales muy confiables como Wikipedia y Encarta.

Ya tenían un nombre y un objetivo, sin dudas lo principal. En los meses siguientes se dedicaron a la complicada faena de elaborar un estandarte propio y una relevante consigna, que finalmente resultó ser “¡Viva,Viva!”, dos aplausos y un zapatazo en el suelo; jamás se oyó de una voz tan emotiva y original… No llegaron más lejos, léase la creación de un himno y un escudo, porque entendieron, tras productivo debate de cinco horas y media, que no eran una comunidad de estados sino un simple grupo de gente dedicada a la investigación.

Por último solo les faltaba una bobería: un tema inexplorado para investigar. Aunque en un inicio esto les pareció lo más sencillo, se convirtió en el primer tropezón ¡de ñame, no de boniato! Lloraron y se lamentaron, y cuando la batalla parecía perdida, un baile de neuronas les resolvió la tragedia.

Un miembro sugirió el método del baile porque lo conocía, según él, de un famoso serial televisivo donde el protagonista solucionaba así complicadísimos casos de misterio y salvaba siempre a la Humanidad. Un tema inexplorado. ¡Sí que era difícil! Menos mal que el método fue efectivo. Un tema interesantísimo, controvertido, profundo, y virgen como Venus (el planeta, no la diosa romana): “El desplazamiento y trayectoria verticales de un yoyo en movimiento”.

Este sería un argumento impactante; una investigación sin precedentes… Invirtieron muchos meses imaginando qué hacer con los millones que les prometía aquel proyecto. Soñando despiertos con la fama, los carros, los viajes y los autógrafos. Elaborando los discursos que darían en Harvard y Oxford, al explicar los espléndidos resultados.

Comenzaron pues, a trabajar esa misma noche, que se multiplicó en otras y otras. Aquellas madrugadas de incesante labor investigativa devinieron en fructíferos años de cálculos y reveladores descubrimientos.

Tardaron cincuenta y cuatro años en arribar a las tres conclusiones finales del extenso material:

1- Cada yoyo posee una pita.

2- Si la pita viene separada del yoyo, entonces no es yoyo, es trompo.

3- La distancia que en su desplazamiento vertical recorre el yoyo hacia abajo es la misma distancia que recorre el mismo yoyo hacia arriba.

“Amiguitos de la Naturaleza” nunca ganó el Nóbel. Grande fue su desencanto al percatarse de que ya existían miles de investigaciones sobre yoyos, trompos, papalotes, y otros temas de similar sinimportancia para el desarrollo de la sociedad.