Tecnologías que no(s) acercan
El siglo XX, que entre otros calificativos fue llamado “de la información” por sus múltiples aportes en esta esfera del desarrollo social, se va quedando atrás a pesar de que el naciente XXI solo acumula una década de inventos. Igual a estas alturas ya nadie desconoce que vivimos una época de cambios constantes en las maneras de comunicarnos, algo que no se sabe con certeza si facilita o complejiza la vida y las relaciones entre la personas.
Hoy no son excepcionales los casos de jóvenes “sembrados” frente al display de la computadora. Esa suerte de ermitaño digital, que limita su actividad intelectual al e-mail, al chateo tonto y a la gula informativa en Internet, que además no se entera de lo que se habla en nuestras paradas, guaguas y colas porque la música portátil se ha convertido en parte inseparable de su cuerpo, está desperdiciando su credencial en el más productivo foro de la sociedad cubana actual.
La tecnología contribuye igual, de algún modo, a la enajenación entre generaciones. Hablo por ejemplo de esas largas conversaciones de sobremesa en que nuestros ancianos no se enteran. Y si bien es cierto que esto no es nuevo – usted pensará que su antepasado fruncía igual el entrecejo cuando se hablaba de gente que “salía por el televisor”-, si lo es que ahora el fenómeno es más frecuente, y mucho más intenso.
La masificación de la tecnología se escapa de las manos del control social, pero siempre se pueden aportar elementos constructivos desde el ángulo de la educación y la participación.
La ciencia también se ha pronunciado por el uso cuidadoso de las NTICs. Por ejemplo se ha registrado, entre muchos otros afines, el síndrome del click, que consiste básicamente en ejercitar constantemente los dedos con que se acciona el mouse de la computadora.
VAGOS AL TECLADO
Otro gran peligro, que no por cien veces advertido ha dejado de crecer junto al número de teléfonos móviles en nuestras calles, es la profanación salvaje del idioma, la apología a la contracción de la sintaxis y al anglicismo vulgar. Ese tipo de ahorro no se necesita.
Los SMS, siglas que designan al Short Message Service, no es un servicio tecnológico nuevo de la telefonía móvil ni mucho menos; apareció a principio de los noventa, de modo que sus excesos alcanzan ya cierto grado de madurez, al tiempo que se extiende la socialización del producto.
El internauta “Miguel” explicaba la causa de manera muy sencilla en la web del diario Juventud Rebelde: “Eso pasa porque mientras menos caracteres escribas, menos dinero gastas”; sin embargo hasta el momento ninguna empresa de telecomunicaciones cobra por demoras tipeando el mensaje, y por corto que este sea siempre hay alternativas que no lastiman al idioma. Yo votaría por los emoticones: una imagen, se sabe, dice más que mil palabras. No obstante la solución saldrá de propuestas novedosas y originales; para eso el universo digital no tiene límites.
Figuran entre los descalabros más populares: Estoy en la casa (i home), tqm (Te quiero mucho), 1b (Un beso), Adiós (a2), No sé (ns). Aunque las variaciones son incontables, y sé de verdaderos carniceros que de cuatro letras pretenden comunicar mil ideas; los códigos se extienden sin uniformidad entre emisores y destinatarios… Al final siempre hay que recurrir, en algún que otro momento, al viejo método de la comunicación verbal para explicar educar a los iniciados en el uso de la jerga SMS.
La búsqueda de responsables puede ir desde el facilismo del usuario común hasta las carencias de algún raro metal en minas africanas, pasando por los siniestros intereses del mercado, que ya se sabe no busca solo centralizar el capital. También en lo que respecta a la idiosincrasia y la autonomía cultural, la tecnología puede acarrear desastres de grandes proporciones.
El siglo XX, además de sus tantos inventos audiovisuales, cargó con fracasos de talla extra como aquel televisor con olor que pretendió revolucionar los conceptos y sentidos humanos. Como supondrán, el “televisor oloroso” solo provocó risas en todo el mundo, algún corto circuito, y perdidas económicas de todos los colores.
El joven XXI también ha hecho ya sus estragos, obviamente asociados al Internet. Recuerdo aquellos días en que algún defensor de la información irresponsable – o como ellos le dicen, “la libre información”- decidió colgar en la red de redes un video del ahorcamiento de Saddam Hussein, de dudosa autenticidad. Semanas después aún se reportaban niños asfixiados por imitar en sus casas la popular escena.
Y así podrían escribirse libros enteros sobre las inclemencias de la tecnología para la información y las comunicaciones, paradójicamente tan importantes como la rueda en su edad.
Entonces ya lo sabe usted: si se descubre de pronto haciendo click sobre los dedos de su pareja en vez de acariciarlos, debe proponerse seriamente hacer una pausa en su mundo digital, y finalmente leer los libros que compró durante la última Feria Internacional.
izmatopia 8:54 pm el 06/02/2012 Enlace permanente |
por cierto, ya viene la Feria… prométeme que me contarás 🙂
alejo3399 2:21 pm el 07/02/2012 Enlace permanente |
sorry, a Camagüey llega más tarde… pero cuando sea te cuento, yo le digo la feria internacional de la venta del mani, la rosita y los posters de justin bieber…pero sí, siempre se vende algún que otro libro…
izmatopia 9:54 pm el 07/02/2012 Enlace permanente |
eres tremendo, hay algo de lo que no te burles? 😉
alejo3399 7:52 pm el 09/02/2012 Enlace permanente |
hay algunas cosas pero siempre se puede negociar…
izmatopia 9:58 pm el 09/02/2012 Enlace permanente |
negociamos? 😉
alejo3399 1:42 pm el 10/02/2012 Enlace permanente
dale, ok, a qué le damos cuero???
izmatopia 2:43 pm el 10/02/2012 Enlace permanente |
propón tu el tema, yo te sigo 🙂