CRIS, EL LOBITO BUENO
Había una vez un lobito bueno al que maltrataban los demás lobos de la estepa. El lobito bueno se llamaba Cris, se emocionaba en los atardeceres, le agradaban las flores silvestres, tomaba leche en pomo y no le gustaba reírse ni de los viejitos ni de los lisiados.
Pero Cris tenía un grave problema en su vida…, un grave problema aparte de llamarse Cris por supuesto: ¡quería ser un lobo malo, igual que esos lobos peludos, grotescos y sarnosos que llamaban la atención de toda la estepa! Y aunque sabía que no iba a ser cosa fácil, estaba decidido a darlo todo…
Cris se imaginaba en el centro de un agradable molote canino, apolismado entre los demás, ladrando la gritería de moda, y con los ojos inyectados de sangre hacer círculos con la cabeza, agitando su pelaje opaco. Esto le causaría gran placer porque así lograría llenarse de pulgas, igual que el resto de los lobos malos. Demasiado inocente. Cierta vez le dijeron que para ingresar formalmente en la cofradía “Demonios Satánicos”, debía acudir al Registro Civil con un sello de diez pesos, y Cris, el pobre, fue. Por su puesto que la tribu se mofó en masa.
“Demonios Satánicos” agrupaba a los lobos más malos, feroces y radicales de toda la estepa. Se decían animales superiores, fuertes y sexualmente liberales. También se reunían por las noches para aplastar pollitos y caerse a mentiras los unos a los otros sobre sus experiencias en el mundo del ocultismo, o para hacer catarsis sobre lo mucho que odiaban a sus abuelas por anticuadas, opuestas a toda idea revolucionaria y superior.
Lo que más admiraba Cris de la tribu era el descomunal poder fantasioso de sus miembros: el lobo malo que no pretendía convertirse en gnomo, o en bruja, era descendiente directo del mismísimo Azrael; o sabía levitar, pero no lo demostraba por no presumir. Incluso, alguna vez llegaron a figurarse una estepa nueva, si prejuicios animales, donde reinara el desorden y el libertinaje. ¡Que lobos tan inteligentes, son genios –pensaba Cris– Los otros lobos son sencillamente imbéciles, “los igualitos”, dignos de lástima, yo no quiero pertenecer a la mayoría! ¡Yo quiero ser diferente y mejor…!
Cris había comenzado a transformarse en un lobo superior, radical de verdad, con sarna, pulgas, olor a mofeta en la boca, a cocodrilo muerto en las patas y todas las de la ley. El collar de pinchos lo consiguió de un lobo expulsado de la congregación por posesión ilegal de un disco de Juan Gabriel: este lobo tiene sentimientos flojitos –argumentó el Líder durante el juicio.
El Líder, Lobo Mayor, se hacía llamar también “Descuartizador de Niños”, y le propuso a Cris el cargo para neófitos de encendedor oficial de cigarros y comprador de ron de diez pesos. Ahora podría decir sin vergüenza que era fanático de Pink Floyd, y que su disco preferido era Dark Side of the Moon aunque en su vida hubiera escuchado ni una sola cancioncita del afamado grupo británico.
Cris estaba feliz, había dejado de ser un lobito guanajo. Los desadaptados e incomprendidos lobos malos, predicadores del live fast, die young lo habían acogido en el seno de su cofradía. Congregación original y diferente, con el más marcado instinto gregario de toda la estepa.
Misael Ochoa 1:24 am el 26/07/2013 Enlace permanente |
Aqui en Mexico todos son lobos malos, seria diferente quien quisiera lobo bueno, seria miembro de una congregacion tan inverosimil y escasa que se podria contar con los dedos de una sola mano. Saludos!