Aquí Vamos: apuntes para un argumentus
La telenovela Aquí Vamos sigue los cánones del drama británico posmoderno. El más reciente de ellos llegó a nuestro país a fines del año pasado con el nombre de A beautifull love story, el cual fue procesado por el Departamento de Subtitulaje de la Televisión Cubana y finalmente, tras ardua, complicadísima y lingüística disputa dada la dificultad idiomática de la frase, le consignó la traducción cubana de El inmortal destino del justiciero vengador. Sigue pues, Aquí Vamos, el legado estético y cultural de El inmortal destino…
Aquí vamos… recrea el ambiente sociocultural de toda la juventud cubana completa que vive solo en la capital del país. Una juventud de profundos y densos razonamientos sobre el sentido verdadero de la vida, al ser, la existencia y la nada. Los acontecimientos giran –sin llegar a marear a nadie, gracias a una edición rectangular de librito– en torno a un montón de muchachos y muchachas subnormales, procedentes –como todo el mundo– de familias disfuncionales o con problemas morales, económicos y/o de convivencia, que deciden crear un conjunto circense para matar el aburrimiento de nunca tener nada que estudiar en sus intrincadas vidas de complejos, dudas y pesadumbre sicológica.
El espectro de caracteres de los integrantes del grupo es una de las principales virtudes de la telenovela: se presentan puticas comunes, drogadictos en patines que posiblemente hayan sido robados a algún congénere, zanacos mayores, infelices en general, que a la vez resultan honestos genios pensadores, víctimas de la mala educación hogareña, y de una adolescencia intrínsecamente enajenada de toda normalidad.
Un personaje importantísimo –aunque hasta nosotros hemos llegado a dudar de su función real en el drama– es el hermano enfermo de uno de los protagonistas, aquejado de una patología desconocida por la ciencia contemporánea, imposible de identificar por reconocidos doctores, dentro y fuera de la pantalla.
La trama se sazona con una historia fantástica de ultratumba, en la que un grupo de payasos muertos, una suerte de cadáveres del performance, disertan sobre cuestiones que a simple vista no parecerán tener nada que ver con la historia principal. No obstante en el capítulo mil tres todo se comprenderá con facilidad cuando los que estén vivos en realidad sean los muertos, o sea, androides autómatas colocados en el planeta por extraterrestres para controlar desde Plutón el rumbo del arte humano, o alguna originalidad creativa semejante, muy a lo nuestro.
Cada capítulo contendrá solo dos o tres diálogos de dilatación justificada por la profundidad existencial de los parlamentos: nótese en este ejemplo:
–¿Cuál es lo tuyo, Adonis? –Yo nada, mija, aquí, ¿y tú?– ¡Yo qué, óyeme, que tú siempre estás en lo mismo, viejo…! –¡Qué lo mismo de qué, mija, si yo ni me meto contigo, ah!,… y así muchos minutos más. Igual nos apoyaremos en la fotografía más revolucionaria y atrevida que jamás se haya visto, y en lujosísimas actuaciones.
Aquí Vamos tiene diversos puntos de contacto con la literatura de James Joyce, fundamentalmente en cuanto a la estructura dramática e imbricación de los personajes en la compleja urdimbre de historias anexas que van surgiendo a medida que se desarrolla el conflicto principal. Estas características renovadoras harán difícil, sino imposible, la tarea de contarle algún capítulo a su vecino, cuestión que también responde a la intención de mantener los puntos de audiencia, de acuerdo con los últimos estudios sobre consumos culturales desarrollados por renombrados investigadores de Univisión y O’ Globo. De modo que al intentar relatar la telenovela, la mente del contador solo atinará a quedarse en blanco, sorprendida, porque la recordará pero no sabrá como comunicarla.
El final de nuestra propuesta televisiva caerá como el telón del teatro bufo, recurso pensado e implementado adrede, sobre la cabeza de los actores, siempre en medio de algo….
Y caerá el final, finalmente, sobre la expectativa suya, respetadísimo televidente, de que aparezca de una vez el diálogo creíble, el drama decente, la situación normal, la telenovela que confirme el orgullo de que aquí vamos.
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