Apología del buen estornudo
Hay gente para todo se dice a veces sin saber el verdadero alcance de esta elucubración del gracejo popular; pues mire que hay gente hasta para admirar y desarrollar cierta adicción por algo tan aparentemente banal como el estornudo.
Yo le digo el genial Eugenio porque siempre ha tenido el complejo este del genio a la sombra, de yo sé una pila, pero nadie se imagina que yo sé una pila y eso me hace aún más escapa’o. El caso es que el hombre “descubre” lo que terminé en denominar Mecánica General del Estornudo, basado principalmente en una disertación oral sobre cómo convocar al estornudo zozobrante mirando en dirección a la luz del sol, o de las lámparas fluorescentes en caso de ser de noche.
Pues el genial Eugenio, además, creó un sistema de contención epidemiológica frente a la hija de perra: Influenza A (H1N1). Como nunca supo ejecutar exitosamente el estornudo de tapón- con el antebrazo completo para evitar el contagio mediante el saludo de manos-, continúa tapándose el estornudo y la tos con las manos, y ahora saluda con el antebrazo completo. Estuve pensando en mandar la idea para que los de la televisión hicieran un spot, mas luego imaginé a Yosvani Noguet estornudando a la fuerza tres y cuatro veces: que la cámara se quedó sin batería, dale de nuevo Yosvani… y decidí ahorrarle la incómoda misión solo por cuidarle la garganta al hombre, después de todo la prioridad es el ahorro y el país lo necesita.
Estornudar es lo que nos dio la naturaleza para matar las horas inertes, sin placer alguno- porque no siempre se puede estar gozando, comiendo, partiendo…; estornudar es la experiencia de un orgasmo respiratorio que te mantiene levitando, como anestesiado por unos segundos. Y suerte que tengo de ser “multiestornudante”, o sea, capaz de experimentar varios estornudos uno a continuación del otro- comentaba Eugenio, quien dice tener la solución al problema global del consumo de sustancias psicoactivas.
Aunque para esto la ciencia tendría que hallar la manera de provocar el estornudo, lo cual sería a través de alguna sustancia que seguramente también haría daños al organismo humano, y se crearía tal grado de adicción al estornudo que las cifras de muertes por drogas serían suplantadas y quizás superadas por las de muertes a causa de cáncer en el aparato nasal.
Otro ejemplar de barrio digno de mención, aunque sin méritos científicos, es el de la cámara lenta. Cualquiera diría que es un vago habitual porque se pasa los días y las noches entrando y saliendo de su casa, se sienta aquí un ratico y otro allá. Siempre en silencio, masticando algo dentro de la boca que me parece que es la boca misma, con los ojos bien abiertos, expresivamente escéptico. Mientras se asienta la ciencia del estornudo cobran bríos en el barrio los torneos de parchí- complicadísimo juego de mesa que resulta todo un desafío a la inteligencia humana- y los duelos matutinos intervecinos de dominó.
Nada nuevo: lo nuevo es que lo que antes fue pasatiempo, mata-aburrimiento de noche, ya es profesión, oficio, sentido de la vida. Se levantan cada mañana dos horas más temprano… para pasar más tiempo sin hacer nada. Esa es mi gente; mi gente vaga que ya no sabe qué hacer ni qué boberías pensar para no morirse de inactividad total, para ser poco más que lechugas en verano, con los ojos marchitos, con sueño; que no se sabe por qué azares del destino aún flotan en la vida, semivivos, esperando un milagro, una revelación que les explique cómo y qué hacer para hacer algo.
Uno se pregunta entonces si todo esto serán las influencias de la H1N1 en la psiquis nuestra. Si el virus mutó de nuevo bajo las condiciones particulares del organismo de la gente aquí y está causando tales desmanes.
Y en lo que la ciencia social descubre causas, posibles consecuencias y decide qué hacer con nosotros: cómo debemos alimentarnos, qué vestiduras usar, qué televisión es buena, cuál es mala… la gente de barrio preserva la mueca-saludo de arrugar la frente, acompañada de voces que cambian por temporadas, bajo idénticas circunstancias: ¡Dice Míster Mario, cómo te lleva la pandemia…¡
Sebastian 7:12 am el 15/07/2016 Enlace permanente |
Es lo mejor que hay en el planeta, creo que pocas cosas generan un placer tan deleitante como el estornudar, eso y el el coito son las mejores sensaciones que puede tener un ser humano. Llegué a pensar que era el único que tenía esa «adicción». Totalmente identificado…