Amistosa cursilería

De todas las frases célebres que consumo ningunas me parecen tan ridículas como aquellas que pretenden significar el sentido de la amistad. Fue una amiga, por cierto, la que me sembró tal repulsión: comenzaba todas las composiciones de la secundaria con “Un amigo fiel es un sólido refugio, el que lo encuentra ha encontrado un tesoro”…; aunque el tema fueran los héroes de la Patria, o el ferrocarril, ella siempre le daba la vuelta. Y yo, tan soviéticamente literal, imaginaba al amigo de rocas.

Por lo menos en ese entonces los amigos eran de carne y huesos. Ahora no, Ahora que tengo más facebookamiguitos y twitterseguidores que gente desconectada he conocido en la vida, pienso con cuanta seguridad cambiaría todos mis perfiles digitales por otra semana de Universidad con gente de la vida real.

Para plagiarle a Mandy, descaradamente, otra frase tallosa como aquella con que definía el picadillo misterioso del comedor: “picadillo de tendón del culoemono”. Para corregirle las pifias al Chino, o porfiarle cosas que no sé bien solo por verlo dudar, incluso, de que la Silla es de Gibara y el Yunque de Baracoa.

Para criticar con Carlos los poemas raros de Manolo, y criticar con Manolo la bohemiedad recontracalculada de Carlos. Para tratar que Dianet conectara mejor el cerebro con la lengua, y para hacerle cada vez las mismas preguntas a Liudmila.

Para cantar con Adriana las arritmias de los Fito y los Melendi, y también ofender con potencia verbal a Indira solo por reirme luego, en función de espectador inconsciente, de sus contraataques más potentes.

Todas la frases de la amistad son mentiras, y también todas las cartas de amor son ridíulas… pero bueno ya de eso escribió otra gente.