“Espabanito o cubañolito…”: breve vindicación personal

Cubano cubano, de carné de identidad y mucho más allá, pero no por cuatro generaciones… porque ni mi madre, ni mi abuela, ni mi bisabuela parieron demasiado jóvenes. Y si hubiese podido escoger tampoco hubiese sido distinta mi genealogía.

Para que veas, ahora sin ser gallego puedo tener un restaurate elegante. Tampoco la intensidad de un hombre puede medirse por el color de su pasaporte.

Me gusta porque sí y porque me da la gana de que me guste la música andaluza.

De la laconicidad canaria aprendí a decir lo justo sin darle mucho filtro cerebral, y grabé para siempre la imagen hermosa de unos ojos azules que nunca dejaron de ver Palmas y Cañas… donde nace lo cubano.

O para ser cubano habrá que necer también chovinista… “Yo: el que mejor baila, el que mejor cocina, el más recaliente fuego sexual de latin lover fuera de serie, el que siempre la inventa, el que primero y mejor de todo…”, lo siento pero no. La circunstancia de la tierra a veces nos aterriza, a veces no.

Yo también nací ángel y apruebo la moción por el puerco a mamífero nacional, de modo que no por cogerme en serio el tema, desatendiendo a tu advertencia,  dejaré de ser tu hermano de Pi. Pero en buen Espabanito, en buen Cubañolito, como lo pienso lo digo: si mi linaje os llegara a perturbar demasiado, siempre podéis dividir la longitud de cualquier circunferencia entre su propio radio y tendréis una solución en números decimales.

Creo en problemas más serios que demandan otras redundancias, no la de las taxonomías de los registros civiles.