Ayúdame Virgencita¡

Aunque alguien razonó alguna vez que la Patrona de Cuba era Rosita Fornés o Alicia Alonso, la verdadera Patrona de Cuba es la Virgen de la Caridad del Cobre, que llegará a Camagüey en febrero para hacer un periplo por las principales iglesias de esta ciudad.

Los fieles de la madre cubana de Jesucristo van hasta la localidad del Cobre, en Santiago de Cuba, a pagar promesas constantemente. Yo sin ser tan fiel he ido: tres o cuatro veces mientras estudiaba en el Chago. Ahora, como está el transporte de caro y de incómodo en todos los sentidos, mejor se me ocurrirá prometerle la visita al río Hatibonico o al tanque de Villa Mariana.

Cuando uno llega al santuario del Cobre te asaltan los vendedores de piedras de las antiguas minas. Venden de todo: velas malas, velas buenas, flores, pequeñas estatuillas dentro de pedazos de tubos de lámaparas de 20 y 40 wats, en fin, artesanías baratas por precios caros. Y no es que te pregunten decentemente si desea usted adquirir este hermoso souvenir local de cultrales valores, sino que te agarran la mano y te sueltan el objeto, y luego no lo quieren de vuelta, y van bajando poco a poco el precio hasta que se lo compras o se lo compras. Si por casualidad eres extranjero, o tienes pinta de extranjero, o tienes la desdicha de poseer ojos claros y mirada curiosa, el hormiguero te siente más dulce, aunque tengas la cartera de sal hasta el eje. Lo mejor que te puede pasar es no tener que ir a pagar ninguna promesa porque antes de entrar y ver la Virgen ya habrás pagado mucho más de lo previsto.

El agua del Cobre es mala, es salada, pero te la tomas porque el calor es peor. La última vez que fui le llevé a Cachita – así le dice su gente santiaguera- unas azucenas, acompañé a un socio ateo que le pidió éxitos para la tesis. Entró a la iglesia y se persignó peor que un pelotero guaroso mascador de chicle, pero luego estuvo algunos minutos arrodillado, dice que rezando, pero yo sospecho que estuvo todo ese tiempo con la mete en blanco total. Mi azucena costó 2 pesos (una solita), pero el socio sí se gastó casi 100 pesos en flores y velas.

En el santuario hay camisetas deportivas, premios literarios, periodísticos, chareteras de militares batistianos y del Ejército Rebelde, joyas oxidadas, fotos y cartas infantiles, títulos de graduados, mechones de pelo, arenas de suelos foráneos… y dicen que en un cuarto apartado hay hasta un televisor Panda de los que repartieron una vez por el CDR. Desde la iglesia se ve a lo lejos el monumento al Cimarrón, un homenaje a la rebeldía esclava, que no se conoce mucho en Cuba.