CróniK X Cuenta Propia, o el gato de Milton

Escriba una oración con gerundio y otra con participio:

Gerundio” es un buen cederista y yo “participio” en todas las actividades del barrio

En una prueba de ingreso de Español

Milton es veterinario por cuenta propia desde hace una pila de años, pero yo no conozco a Milton. Al que yo conozco, hace igual pila de años, es a Raulito, que es barbero por cuenta propia. Raulito sí conocer a Milton, del sindicato supongo, de allí que se sepa el cuento completo de lo que le pasó al gato siamés del otro. A mí, como es obvio, todo me lo contó Raulito; fue a las 3 de la tarde bajo el sol en medio de la calle, sobre nuestras respectivas bicicletas, para que lo escribiera luego en mi blog, a lo cual procedo de inmediato y con espíritu breve… como adolescente en primavera.

La historia del gato de Milton, que es lo único que le da sentido a esta cadena, también es la historia otra de cadena, o de serpiente que se muerde la cola. Verán:

El veterinario socio del socio, uno de los varios que operan en la calle Rosario, se compró un juego de living que así debía de estar de salvaje y caro cuando el hombre hizo lo que hizo. El gato, como sele suceder, arañó, mordió y desguazó juguetonamente el mueble del sofá. Entonces Milton se encabronó, agarró al gato, y lo botó colérico en algún lugar que no recuerdo.

Luego Milton arregló el sofá, o se acostumbró a verlo arado, el caso es que sencillamente maldijo la cabrona hora en que había botado al gato y comenzó a extrañarlo. Salió en su búsqueda pero, como suele suceder, no lo encontró.

Unas semanas después Raulito venía en bicicleta y vio al gato en la esquina del bar Vista Bella a la entrada de Las Mercedes; rodó y le contó a Milton, y regresaron los dos al lugar, pero el gato se puso arisco y no lo pudieron coger. Al cabo de los días, preguntando, Milton se enteró que el gato andaba robando pollos y matando palomas por los patios de las casas que están detrás del Doce Plantas de la Doble Vía. También supo que los obstinados vecinos estaban ya que pagaban por la cabeza del gato.

Ya lo tenía localizado pero fue hasta allá varias veces y el bicho siempre se asustaba y a esa hora quién coge a un gato cerrero…

Esta es la parte que no me creo: a poco tiempo de eso Milton se iba para algún municipio y tuvo un mal presentimiento; pasó por la calle donde merodeaba el gato y lo vio colgando de la mano de un vecino. El tipo lo traía cogido por una pata trasera, chorreando sangre (un gato chorreando sangre debe ser un espectáculo impresionante), y delante de Milton lo tiró en el basurero de allí al doblar. Milton lo dió por muero y cogió su camión para nosédonde.

Al regresar había en su clínica particular de veterinario famoso un muchacho con un gato macho medio muerto y quería salvarlo: era el gato siamés de Milton.

Después de la asistencia médica el gato se salvó, y estaba la disputa aquella de quién se quedaba finalmente con el gato. Yo, igual que Raulito, creo que el gato ya no debe ser más de Milton. El que se tomó el trabajo de rescatarlo y arriesgarse a pagar sabe Dios qué cantidad de dinero para salvar al bicho de que se lo comieran vivo las hormigas, tiene más derecho, ¿no?