Mi camino de Santiago (II)
Cabo Pantera
La rutina del viaje en tren hacia Santiago era incómoda: daba picazón y se ponía uno pegajoso. Pero a pesar de la antipatía que le tengo al tren reconozco que algo me gustaba: allí todo el mundo era igualito, nadie tenía oportunidad de hacerse el fino sin parecer ridículo.
Aparte del olor a yerro, lo que más te queda de la aventura es la estancia en la terminal. Uno de mis compañeros de viajes, el Luisma, murió hace dos años. Cuando pienso en la terminal recuerdo su gusto por las camisas, y esa vez que iba para Santa Clara y fue a dar a Santiago por puro despiste. Igual recuerdo un chiste que me hizo: “los chinos no miran, sospechan”, y la dedicatoria del libro de Borges que me ragaló: “Para el viejo Alejo: el dueño de todos los cigarros”. En ese tiempo yo pasaba las noches de terminal fumando, y los días en general también.
En la estación había un tipo- creo que se mantiene en zona- que parecía tener un detector de desespero: adivinaba la necesidad en tu rostros, y te partía para arriba con la solución, casi siempre de tres cifras. Conmigo el tipo se iba en blanco, de modo que nunca pagué más de 11 pesos por el pasaje a Santiago. A veces lo compraba hasta el Combinado de San Luis, a menos de 30 Km de la ciudad de destino; ese ticket valía 10 pesos, pero no lo hacía para ahorrarme un peso, sino para evitarme el bulto de menudo en el bolsillo. Si pagabas con un billete de 20 se despojaban contigo, soltaban cuanto medio hubiera en la caja como para castigarte por no tener el dinero exacto, por hacerlos sacar cuentas o qué se yo, a lo mejor solo fue la mala suerte.
El tren regular debía pasar por la estación a las 10 y 45 de la noche, y el francés o especial sobre las 3 y 30 de la madrugada, pero Señores Viajeros…tengamos paciencia y mejor hablemos de lo que había en el televisor.
En la terminal de trenes de Camagüey vi tres partes de La Guerra de las Galaxias, las tres del Señor de los Anillos, y varias películas de bichos asesinos que se comían a todo el mundo menos al lindo y la linda, que se enamoraban y se besaban llenos de sangre, y mataban al bicho que siempre dejaba un huevo para garantizar, con la segunda parte, la preservación de la especie y de la industria cinematográfica chatarra: vi Anaconda, Dragón de Komodo, Cocodrilo, Pterodáctilo, y Mosquito, que coincidió con una intensiva contra el Aedes. Las películas del domingo por la noche daban sueño y asco. Los asientos no daban sueño.
También vi muchas veces La Revista de la Mañana de los lunes, que empieza sobre las 6, el curso de Francés de Universidad para Todos a las 7, algunas teleclases y creo que llegué a ver igual Mediodía en TV. Otras veces hubiese podido criticar la novela brasileña del otro día pero en mi casa hay televisor.
Pinguilla, Pantera, El Ñáñara, eran noctámbulos famosos y regulares de la estación, que pasaban la noche con la vista en el suelo, recogiendo cabos y botones, loquiando de un lado a otro sin encontrar la razón.
Me queda un mundo por contar pero ya llevo 40 líneas y he leído que el internauta solo acciona el rodillo del ratón 4 o 5 veces en una misma página.
En la próxima entrada terminaré este cuento de caminos, pero no piense que leerá sobre aviones o barcos – aunque me hubiera gustado-. Mi camino de Santiago (III) será esa única vez en que me volví loco y arranqué en camiones, de pueblo en pueblo, hasta mi casa en Camagüey.
Nancy Aneth Pena 4:30 pm el 27/09/2010 Enlace permanente |
Esta vez los caminos te llevaron a Santiago…y la proxima aventura donde sera???
alejo3399 6:41 pm el 27/09/2010 Enlace permanente |
Aneth por mi viajaría por todo el mundo. Gracias or comentar. Indira, gracias igual.
indira 4:43 pm el 27/09/2010 Enlace permanente |
Ok Ale, se te dan las letras y los recuerdos muy bien para 40 líneas. Me gusta esto que escribes porque es refrescante, inteligente y sobre todo porque despierta nostalgias…. después de ese terrible bregar por terminales y caminos de hierro quedaba la UO nuestra que buena o mala nos dio la oportunidad de conocernos.
Gelsy 7:20 pm el 27/09/2010 Enlace permanente |
Ale. tu me asombras, vienes me dejas un mensaje y me mandas a leer de mi Luiso!!! Sabes…
Luis se enamoró de mi en un tren..eso decía el, en la tripleta(cuando eso ya solo le quedaba un coche), leyendo a Hemingway, yo me enamoré el día que vino a una fiesta de trova(gustándole el rock) y me trajo una caricatura que me había hecho. Te utilizó a ti, unas cuantas veces al principio, con el pretexto para que te llevara unas caricaturas para el boletín de la beca allá en Santiago.
A mi también me hizo un chiste el día que lo conocí en el tren, pero ese no podemos contarlo acá. Y nada prometí que no me montaría más en un tren hasta que pasaran 5 años de graduada, aunque mi destino iba 180 grados contrario al tuyo eran los mismos trenes y las mismas historias. Y entre trenes y botella, pudiéramos los estudiantes en este país escribir un libro.
alejo3399 1:22 pm el 29/09/2010 Enlace permanente |
Gelsy el recuerdo es la única manera de complilar los buenos momentos y editar la vida a tu antojo, suena un poco mecánico pero yo lo veo así, como lo escribió García Márquez: la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla. Un abrazo grande, alejo.
Kike 10:22 pm el 27/09/2010 Enlace permanente |
Alejo, comparto contigo algunas de estas historias, ya sabes que yo anduve en tren regular casi todo el tiempo, pero viví las mil y una variantes, menos los camiones que no los soporto ni las botellas, al menos no las interprovinciales. Gracias por recordarme la ciudad que tanto amo y que ya, por suerte, puedo regresar a ella en las Yutong, aunque mi tamaño no admite segunda clase, como en aquella del tren francés cuando el estipendio ya no alcanzaba. Quizá me anime a escribir mi versión y gracias por respetar al internauta, que hace poco scroll, eso vale. Un abrazo.
alejo3399 1:13 pm el 29/09/2010 Enlace permanente |
Luis la terminal y los trenes son una parte de indiana jones asere. y yo sí viví los camiones una vez…. fueron cuatro en poco más de 12 horas. Y gracias por aclararme lo del scroll, que no lo sabía, por eso lo mencioné como «accionar el rodillo del mouse», JJ.
Ramon 12:00 am el 28/09/2010 Enlace permanente |
Como te he comentado otras veces tus relatos tienen gran frescura e hilaridad. Las letras se te dan como diriamos en buen cubano. Asi que continuare leyendo tus cronicas y asi como lector viajare contigo. Asi que sigue viajando con tu blog para disfrute de lectores como yo y seguire brindandote mis impresiones.
alejo3399 1:15 pm el 29/09/2010 Enlace permanente |
Gracias Ramóm por leer frecuentemente lo que escribo.
Aylen 7:01 pm el 14/10/2010 Enlace permanente |
Ale:
aunque nunca te lo dije en cinco años, eres muy bueno en todo lo que haces…me gustó muchísimo el trabajo, sobre todo porque conozco algunas de las historias de tus compañeros de viaje y porque comparto la dicha, nunca diré desdicha, porque no lo fue del todo, de tener que viajar.
Mis viajes, quizás no más pintorezcos que los tuyos, no lo se, porque no tuve el placer de viajar contigo, pero que cada uno fue inolvidable si es cierto.
Sigue como vas, que siempre te ha ido bien así…saludos, ya no cuasicolega, sino colega.
saludos Aylen.
alejo3399 1:57 pm el 15/10/2010 Enlace permanente |
jaja, al cuasicolega habría que dedicarle un post. oye comunicate por fck si tienes prefil, para saber en que andas por allá. un beso y cuidate, alejo.
Norys Castañeda 9:43 pm el 14/10/2010 Enlace permanente |
Ale:
Me encanta leer las cosas tan originales que escribes, siempre fuiste muy bueno. Hiciste que recordara y extrañara tus chistes y esos cuentos de humor negro, que tú hacías parecer blancos, porque las lágrimas de tanto reir no me dejaban ver. Es bueno estar en contacto contigo después de tanto tiempo y volver a viajar en tus páginas a ese Santiago querido. Un beso grande y saludos a sandra.
NOTA: Tu hijo está creciendo.
Norys
alejo3399 1:59 pm el 15/10/2010 Enlace permanente |
jajaja, norys me encantaría ver unas fotos de mi chama. 🙂